Tendemos a pensar en la autoestima como algo genérico y único. Sin embargo, ya desde finales del siglo XIX, William James, uno de los padres de la psicología, señalaba que la autoestima puede ser un rasgo estable o un rasgo que puede variar.
La autoestima fluctúa como respuesta a los diferentes acontecimientos que nos ocurren. Las situaciones de éxito o fracaso que nos toquen vivir pueden hacer que nuestra autovaloración se vea mejorada o afectada. Es lo que denominamos autoestima contingente. Así pues, nuestra autoestima contingente aumentará, por ejemplo, cuando aprobamos un examen o cuando conseguimos un ascenso laboral, pero podrá caer en picado si en redes sociales recibimos un imput negativo.
La autoestima contingente se ve modulada por diversos aspectos:
- El rendimiento: Si se consiguen metas o éxitos, nuestra autoestima contingente aumenta.
- La estética: Si uno mismo o los demás perciben favorablemente la apariencia física de una persona.
- La aprobación de los demás: Si se reciben elogios o validación por parte de los demás, tanto en el cara a cara como en las redes.
- La clase social o estatus: Tener dinero y estatus social también puede modular nuestra autoestima.
- La inteligencia o las aptitudes: Cuando se siente que se hacen bien las cosas o se es capaz de hacer algo complicado para la mayoría de personas.
- La calidad de las relaciones sociales. Si se percibe que las relaciones sociales son suficientemente nutritivas.
- La sensación de pertenencia: Pertenecer a un grupo o comunidad, sentir que se forma parte de algo.
Una manera importante de mejorar nuestra ansiedad como rasgo permanente, consiste en modular la autoestima contingente. A medida que conseguimos logros en los diferentes factores anteriores, la percepción favorable de nosotros mismos, tiende a afianzarse de manera más estable. Y es que la autoestima no es algo con lo que se nace, sino que se hace. Algunas maneras de conseguirlo son:
- Cuida tu diálogo interno: Los mensajes que nos damos a nosotros mismos condicionan la forma en la que nos tratamos. Aprende a darte una tregua: trátate con respeto y desconecta a tu crítico interior.
- Aprende a ver los fracasos como forma de aprendizaje y desarrollo personal, no como algo traumático.
- Explórate y conócete a ti mismo. ¿Cuáles son tus puntos fuertes y puntos a mejorar?
- Trabaja tu capacidad de resiliencia.
- Aprende a perdonarte en cuestiones del pasado.
- Deja de compararte con los demás. Cada persona es un mundo y tiene sus propias luchas.
- Mímate y cuídate siempre que puedas. Cuanto mejor te trates, más se beneficiará tu autoestima. Dedícate tiempo.
- Aléjate de todas las personas o situaciones que te hagan daño o que consideres tóxicas.
- Cultiva el agradecimiento: Repasa antes de ir a dormir todas las cosas satisfactorias que te han ocurrido a lo largo del día.