La sensación de sentirse abandonado es algo que tendemos a proyectar hacia fuera: son los demás los que no nos cuidan o atienden. Sin embargo, pocas veces nos planteamos cómo nos damos esa atención y cuidado a nosotros mismos. El autoabandono consiste en ignorar sistemáticamente las propias experiencias psicológicas internas. Si tendemos a desoírnos, nuestro autoconcepto se resiente y corremos el riesgo de convertirnos en extraños para nosotros mismos.
Uno de los motivos principales con los que se relaciona el autoabandono es la falta de autoestima. También puede darse autoabandono si en la infancia o adolescencia se sufrió negligencia por parte de los cuidadores principales, aprendiéndose que uno no merece ser cuidado.
El autoabandono es una realidad mucho más extendida de lo que puede parecer. Son muchas las personas que se desatienden a sí mismas y no se dan cuenta. Aprender a identificarlo es esencial. Veamos algunas señales:
- Diálogo interno negativo: Culpabilizarse uno mismo constantemente, incluso por cosas que nos son responsabilidad propia, autoexigencia tiránica, perfeccionismo…
- Silenciar las propias opiniones o necesidades.
- Complacencia: Centrarse en los demás y ponerse a uno mismo en última posición.
- Sentirse egoísta cuando se hace algo para uno mismo.
- Validarse a uno mismo sólo a través de la validación de otras personas.
- Responsabilizar a los demás de la propia infelicidad, no tomar acciones propias.
- No poner límites y aceptar un trato negativo por parte de otras personas.
- Procrastinación constante o evitación de las dificultades.
- Hábitos tóxicos.
Transformar el autoabandono en autocuidado es fundamental para el bienestar emocional. Para conseguirlo debemos aprender a detectar cuáles son nuestras necesidades y empezar a cuestionarnos, qué hacemos para cubrirlas.
Algunas recomendaciones para salir del autoabandono son:
- Analiza en qué áreas de tu vida tiendes a desatenderte más (pareja, relaciones sociales, salud, laboral…). Detecta señales de autoabandono y piensa qué necesitarías empezar a cambiar para sentirte mejor.
- Atiende cuáles son los mensajes que sueles darte a ti mismo y aprende a hablarte con más respeto.
- Entrénate en reciprocidad. No sólo es dar, también es necesario recibir.
- Indaga cuáles son tus puntos fuertes y tus puntos a mejorar, sin juicio ni autocastigo.
- Toma las riendas de tu vida, responsabilízate de los aspectos que dependen de ti.
- Aprende a pedir ayuda si lo necesitas. Manifiesta tus necesidades.
- Abandona el automachaque: entrénate en el autoperdón.
- Tu cuerpo es tu templo, mímalo: cuida tu alimentación, practica ejercicio, descansa lo necesario…
- Busca actividades que te satisfagan, conecta contigo y diviértete.