La e-terapia, también conocida como consulta online, telepsicología o ciberterapia, es el tratamiento psicológico mediado por la tecnología.
Los canales que posibilitan esta modalidad de trabajo son:
- Videoconsulta.
- Teléfono.
- Chat: Consulta escrita sincrónica (terapeuta y paciente están conectados a la vez).
- Asesoramiento online: Consulta escrita asincrónica (terapeuta y paciente no están conectados a la vez).
Los formatos que permiten más libertad para trabajar son la videoconsulta y la consulta telefónica. La videoconsulta es sin duda el canal más ampliamente utilizado, aunque muchas personas siguen decantándose por la modalidad telefónica como formato preferente, por la versatilidad espacial que permite y por la comodidad de abordar un problema preservando la imagen. El chat y las consultas online están también a la orden del día y son elegidos por muchas personas, si más no, como forma de iniciar el proceso terapéutico o para consultas más concretas. También las aplicaciones móviles de e-salud o el uso de la realidad virtual para tratar ciertas patologías están desarrollándose cada vez más, lo que está cambiando la manera de entender la psicoterapia.
La e-terapia no es una modalidad de tratamiento nueva. Si bien el formato videollamada se ha ido normalizando en los últimos años gracias a los avances tecnológicos, el resto de formatos tienen un recorrido más extenso, que abarca más de dos décadas. Sin embargo, es innegable que el principal propulsor fue la pandemia.
El Covid exigió cambios a nivel social en muchos aspectos, y la psicoterapia no fue una excepción. En un contexto de inestabilidad y crisis global, y ante la imposibilidad de salir de casa, se hacía necesario encontrar modelos de asistencia que aseguraran el bienestar de la población, no sólo a nivel físico sino también a nivel mental. Además, no sólo era preciso tratar los problemas y psicopatologías que habitualmente conducen a las personas a terapia, sino que se añadía un desequilibrio transversal, que acusábamos todos y todas en mayor o menor medida, producido por la incertidumbre y caos del momento.
Así pues, en 2020 la e-terapia eclosionó, pero no vino para un rato, vino para quedarse. Y se ha normalizado día a día, avalada por la contundencia de sus resultados, no como un formato de segunda, o de sustitución, sino como un formato tan válido y útil como el presencial.