El formato clásico de terapia, el de siempre, sin sorpresas: Dos sillas, una mesita, dos aguas (o dos infusiones), unos cuantos clínex… dos personas y una realidad psicológica a transformar.
La terapia presencial está destinada a…
- Personas que necesitan un espacio tangible, una burbuja terapéutica física.
- Personas para las que la terapia no es sólo una hora de sesión, sino un trayecto pre y post donde asentar todo lo allí abordado.
- Personas para las que dos besos o un apretón de manos forma parte de la calidez de la comunicación.
- Personas inmigrantes digitales (o quienes se han adaptado a los medios digitales en la edad adulta).
- Personas nativas digitales (o quienes se encontraron desde que nacieron con la tecnología).
- Personas que quieren hacer detox tecnológico.
- Personas que les gusta estar en el barrio de Gracia de Barcelona.
En resumen, y sin complicaciones, la terapia presencial está creada para todas aquellas personas que no prefieran la terapia online.