Nací en Barcelona en el milenio anterior, aunque me considero muy de éste. Soy una persona dinámica; me gusta explorar el mundo en el que vivo viajando por nuevos espacios, formas de vida y descubriendo las diferentes realidades individuales que lo habitan. Esta continua curiosidad fue la que me llevó a convertirme en psicóloga.
Creo en la capacidad innata de las personas para cambiar y adaptarse a las cosas que les pasan, que no siempre son buenas. Soy una apasionada de recuperar capacidades dormidas o instaurarlas de cero, ampliar cosmovisiones y batallar contra los limitadores del crecimiento. Soy detractora del positivismo vacío, del sabelotodismo y del clasismo o de la jerarquización de la ayuda. La salud mental debe ser un derecho universal.
También creo en el sentido del humor, en la mala memoria cuando toca, en la sensibilidad, en la humildad, en el entusiasmo, pero sobre todo en el intento de ser cada día un poco mejor persona.