Noria, balcón, precipicio, mirador, teleférico, rascacielos… ¿son para ti lugares prohibidos?
El miedo a las alturas es uno de los más antiguos en la especie humana. Está relacionado con la supervivencia, es una respuesta biológicamente preestablecida que nos lleva a protegernos para no caer. También puede observarse en bebés cuando gatean (alejándose de escalones o grandes desniveles) o incluso en diversos animales.
¿Qué es?
La acrofobia (del griego, griego akra -altura- y fobia -miedo-) es un temor intenso e irracional a las alturas o a caer. No solamente ocurre en situaciones en las que está en riesgo la vida, sino también en situaciones seguras o incluso en la imaginación, sólo con pensarlo. En los casos más graves puede ser dificultoso hasta subir escaleras.
Estudios recientes asocian la acrofobia con el oído interno y el sentido del equilibrio. Nuestro sentido del equilibrio integra sensaciones propioceptivas y vestibulares con señales visuales. El miedo no sólo se activa cuando estamos o imaginamos estar en una altura concreta. También nuestra posición en esa altura tiene mucho que ver: no tenemos las mismas sensaciones ante un abismo estando de pie, que sentados o estirados.
Es uno de los miedos más habituales. Casi un 5% de la población puede llegar a padecerlo, aunque algunos estudios sitúan la cifra alrededor del 10%. Es más habitual en mujeres.
Existe una variación de la acrofobia en la que es mirando la altura hacia arriba que se produce el malestar (p.ej. mirando rascacielos), pero es poco habitual.
Síntomas
A nivel fisiológico:
- Sudores
- Tensión muscular
- Temblores.
- Dolor en el pecho o dificultad para respirar.
- Mareos y nauseas.
- Taquicardia, palpitaciones.
- Sequedad de boca.
- Agitación interna.
- Inestabilidad,
- Reducción de la presión arterial.
A nivel psicológico:
- Miedo a caer o a saltar uno mismo.
- Sensación de pérdida de control.
- Impulso de huida.
- Preocupación.
- Inseguridad.
- Miedo social (vergüenza de que los demás perciban el problema o miedo a ser juzgado negativamente).
La sensación de falta de control de la situación y la frustración que acarrea puede terminar afectando la autoestima de la persona, sobre todo si debe exponerse a menudo a las situaciones temidas.
En niños puede manifestarse con rabietas, llanto incontrolado o quedándose paralizados.
Causas
- Traumáticas: Tras una experiencia negativa relacionada con las alturas se puede desencadenar la fobia, aunque según los diferentes estudios, esto ocurre en pocos casos.
- Por aprendizaje: Es habitual que padres con fobia puedan transmitir (más o menos implícitamente) a sus hijos que las alturas son peligrosas. Los niños pueden evitar situaciones de altura por imitación.
- Autosugestión: La persona puede empezar a hacerse preguntas que le generen inseguridad (¿y si me pasa algo? ¿y si no puedo ir más a sitios como este? ¿y si me tiro?) y a raíz de esa duda, empieza a evitar ciertas situaciones. De esta forma se entra paradójicamente en un estado en el que cuanto más se intenta controlar -evitando-, más se descontrola la persona y más aumenta el miedo.
No obstante, es frecuente que la mayoría de fobias tengan un origen multicausal. Existen diversos factores que pueden crear diferentes grados de vulnerabilidad para sufrir ansiedad, no todas las personas tenemos el mismo grado de predisposición.
¿Qué aumenta el miedo?
Es importante conocer cómo se refuerza el miedo para así poder darle la vuelta y dejar de hacer todo aquello que aumenta el problema. Los tres intentos de solución fallidos que más perjudican son:
- Evitar las situaciones temidas. No nos permite ocuparnos del problema.
- Intentar controlar las reacciones psicofisiológicas. Funciona paradójicamente: cuanto más tranquilos intentamos estar, más nerviosos nos ponemos.
- Pedir ayuda a personas allegadas. Da a la persona fóbica la sensación de incapacidad y que no puede ocuparse por sí misma de sus dificultades, lo que aún aumenta más su propia inseguridad.
¿Cómo solucionarlo?
La acrofobia es una fobia perfectamente superable. Será un proceso más o menos rápido en función de los recursos psicológicos de la persona, la cronicidad del problema o de si hay o no otros trastornos simultáneos.
Las técnicas más utilizadas en el tratamiento son:
- Desensibilización sistemática: Consiste en hacer una graduación de situaciones de menos a más atemorizantes para la persona, y enfrentarlas progresivamente. Supone romper la evitación. El afrontamiento de las situaciones difíciles suele comenzarse con visualizaciones, y después, se pasa a situaciones reales, en vivo. Únicamente se pasa a la etapa siguiente cuando se ha superado en un estado de tranquilidad el paso actual. La realidad virtual está ofreciendo muchas posibilidades en este terreno, simulando situaciones reales temidas en un entorno seguro (desde casa o consulta psicológica).
- Técnicas paradójicas como “la peor fantasía”. Buscan la activación voluntaria del miedo en un entorno seguro para después ampliarlo a situaciones reales. Es importante llevarla a cabo bajo prescripción terapéutica.
- Técnicas cognitivas: Reestructurar las creencias relativas al miedo para modificar la respuesta emocional.
- Hipnosis.
- Técnicas de relajación.
- Inundación o terapia implosiva: Implica exponer a la persona en la situación temida impidiéndole escapar. Si la persona no está previamente preparada puede llegar a ser incluso traumático, por lo que es una de las técnicas menos recomendables.