Black friday, amigo invisible, navidades, rebajas… en las últimas semanas nos hemos visto inmersos en una espiral de compras, y a pesar de que es una actividad normalizada socialmente, los efectos psicológicos no son los mismos para todas las personas.
Se estima que hasta un 7% de la población española podría tener un patrón de adicción a las compras. ¿Cuándo traspasamos esa fina línea? ¿Qué distingue la adicción del consumismo típico de la sociedad actual?
Las adicciones comportamentales
La adicción a las compras, también denominada oniomanía, forma parte de las catalogadas “adicciones comportamentales”. Durante años las adicciones fueron entendidas como la necesidad de una sustancia, sin embargo, ahora sabemos que hábitos conductuales aparentemente inofensivos pueden desencadenar efectos similares a las drogas (incluso síndrome de abstinencia) y resultar altamente incapacitantes, p.ej. la adicción a internet, al trabajo, a la comida, al sexo… Cualquier conducta placentera puede convertirse en una conducta adictiva en función de la intensidad, de la repetición o de la cantidad de dinero que se invierta en ella.
Las conductas adictivas están condicionadas inicialmente por dos tipos de reforzadores:
- Positivos: el placer que produce.
- Negativos: el alivio de la tensión emocional.
¿Cuándo se convierte en problema? La clave no es lo frecuentemente que realiza la conducta (que suele ser alta), sino otros dos factores:
- La pérdida de control.
- La dependencia.
¿Qué es?
La adicción a las compras es el deseo irrefrenable de adquirir objetos innecesarios. Cuatro de cada cinco personas afectadas son mujeres, la mayoría en la trentena a pesar de que empezaron a comprar sobre los 18-20 años.
La gratificación no proviene del objeto en sí sino del acto de comprar: recibir la atención del dependiente, comparar precios, cargar bolsas… Estímulos activadores como mirar escaparates u ofertas por internet crea un nerviosismo que sólo puede calmarse a través de la compra, y que genera un gran malestar si no se termina comprando (ansiedad, inestabilidad, falta de control y sentimiento de culpa posterior).
El sentimiento de autoestima y de poder se fortalece con la compra, a pesar de que el objeto pierde todo su interés justo después de comprarlo o al estrenarlo. Comprar es una necesidad para aplacar carencias emocionales.
A pesar de que la persona es consciente de que las compras son desmesuradas y que exceden sus posibilidades económicas, no puede hacer nada por frenar ese impulso, lo que le lleva a infinidad de deudas y problemas financieros. El problema únicamente se destapa y se reconoce cuando hay una incapacidad para hacer frente a dichas deudas (bancarrota) o los reproches del entorno debido a las mentiras e inestabilidad de la persona, crean problemas familiares (deterioro de las relaciones, divorcio…), laborales o individuales (depresión, suicidio…). También pueden surgir problemas con la justicia (estafas, robos…).
Causas
Existen ciertas características de personalidad que predisponen a la adicción:
- Impulsividad.
- Baja tolerancia a la frustración.
- Disforia (bajo estado de ánimo con oscilaciones en el humor).
- Búsqueda constante de sensaciones nuevas.
- Problemas de autoestima.
- Estilos de afrontamiento de los problemas ineficaces.
Si además de estas características de vulnerabilidad individuales, la persona tiene carencias afectivas (poca cohesión familiar, relaciones sociales limitadas), corre más riesgo de hacerse adicta, puesto que las compras se convierten en una fuente de gratificación inmediata que la evade de los problemas. La predisposición aún es más fuerte si se añaden fuentes de estrés (fracaso escolar/profesional, dificultades con personas…) o vacío existencial (aislamiento, falta de objetivos, inactividad…).
Nuevas formas: compras online
La adicción a las compras ha evolucionado con los tiempos, trasladándose también al mundo virtual. Las compras online han aumentado en los últimos años, particularmente a lo largo de 2020, debido a los efectos del COVID. Tratar de evitar las aglomeraciones para evitar contagios ha disparado las compras por internet, aunque ya previamente existía un gran grupo de consumidores que prefieren comprar en solitario y online, disfrutando más de la búsqueda, la selección, la alta competitividad entre los diferentes proveedores, programas de fidelización o descuentos en gastos de envío… También se pueden comprar múltiples artículos a la vez y en diferentes partes del mundo, lo que le da un plus de excitación a la compra. Recibir el paquete es otro nuevo ritual activador del problema.
Por otro lado, el anonimato que da la red, puede hacer que el problema se enquiste durante más tiempo.
¿Cómo manejarlo?
Algunas medidas básicas para controlar los estímulos son:
- Compra sólo con efectivo y limita el dinero de la cartera.
- Cancela tarjetas de crédito.
- Restringe la entrada a las tiendas o a sus webs.
- Compra únicamente acompañado.
- Compra sólo productos planificados con anterioridad en una lista.
- Anota los gastos diarios.
- Explora qué cosas no funcionan correctamente en tu vida y te produce malestar.
- Cambia estilos de vida y aprende estrategias de afrontamiento nuevas para combatir tus problemas y así reducir la necesidad indirecta de comprar.
- Distingue deseo de necesidad.