Se ha especulado mucho sobre cuáles van a ser las repercusiones psicológicas de la crisis del COVID-19, pero ya empiezan a aparecer los primeros estudios que lo constatan. Un estudio de la UNED dirigido por Miguel Ángel Vallejo Pareja aporta datos preliminares sobre las tres principales consecuencias para la salud y bienestar psicológico, que son:ansiedad, depresión y alteraciones del sueño. 1 de cada 3 participantes presenta un trastorno de ansiedad generalizada; 1 de cada 3 tiene severamente alterados los patrones de sueño; y 1 de cada 5 requiere intervención profesional para la depresión.
La investigación no sólo pretende detectar el impacto psicológico de la crisis sino también encontrar los principales factores de riesgo y protección para desarrollar problemas de salud mental y se han detectado los siguientes:
Factores de protección (lo que ayuda): buscar y tomar medidas para resolver los problemas que van surgiendo, reconocer el malestar y reaccionar ante él en vez de quedarse paralizado.
Factores de riesgo (lo que perjudica): Culpabilizarse a uno mismo, rumiar permanentemente lo negativo, negar u ocultar el malestar o aislarse socialmente. Las medidas de protección personales (p.ej. lavado de manos) o sociales (mantener la distancia de seguridad) no reducen el malestar emocional. La “infoxicación” tampoco ayuda.
La terapia psicológica ayuda a reducir los factores de riesgo y aumentar los de protección, haciendo que la persona consiga maneras más efectivas de enfrentarse a los problemas.