“Toda enfermedad viene causada por algo que no es una enfermedad”.
Corazón tan blanco (1992). Javier Marías
A diferencia de la mayoría de síndromes, el síndrome de Münchhausen no debe su nombre al investigador que lo designó por primera vez (Dr. Asher), sino al Barón de Münchhausen, Karl Friedrich Hieronymus, que se dio a conocer en el siglo XVIII por contar excéntricas historias que nunca le habían ocurrido realmente, como viajar a la luna, bailar en el estómago de una ballena o descender al mismísimo infierno.
Las personas con síndrome de Münchhausen, actualmente denominado trastorno facticio (TF), también cuentan historias falsas, pero relacionadas con su salud.
¿Qué es?
Las personas con TF “crean” síntomas físicos o psicológicos cuando realmente no tienen ninguna enfermedad. Pueden llegar incluso a autolesionarse, intoxicarse o manipular pruebas médicas para lograr evidencia sobre los síntomas que relatan. También puede ocurrir que exageren un trastorno físico preexistente.
El objetivo final de todas estas conductas es ser asistido. Es importante enfatizar que no fingen para recibir un incentivo externo o un beneficio secundario de la enfermedad, sino porque tienen la necesidad psicológica de que alguien les cuide y les atienda. Esta necesidad puede no ser consciente para la persona.
La insistencia del paciente, así como la extravagancia de los síntomas y su poca relación entre sí de cara a justificar enfermedad alguna, hace que habitualmente pasen de especialista en especialista e incluso de hospital en hospital, sin llegar a conseguir un diagnóstico claro.
Es difícil establecer la frecuencia de este trastorno en la población general, ya que muchas veces no se identifica. Estudios recientes consideran que el 1% de los pacientes clínicos presentan esta psicopatología. Por lo que respecta al origen, el trastorno facticio suele aparecer al inicio de la adultez, aunque también puede ocurrir en niños. Es más frecuente en varones que en mujeres.
¿Cómo identificarlo?
- Frecuentes quejas de dolor y demanda de analgésicos.
- Suelen someterse a múltiples exploraciones e intervenciones quirúrgicas.
- Los síntomas únicamente aparecen cuando hay alguien que los observa.
- Son personas excesivamente dramáticas y cuando se les pide mayor detalle en su discurso, suelen dar explicaciones vagas e inconsistentes.
- Cuando se descarta problemática física, después de una extensa exploración, empiezan a crear otros síntomas diferentes.
- A menudo conocen ampliamente la terminología médica y rutinas hospitalarias.
- Recaídas predecibles tras una mejoría.
- Rechazo por parte del paciente para que se faciliten datos a la familia o a otros médicos.
- Acostumbran a tener pocos visitantes cuando están ingresados.
- Cuando se les confronta directamente los síntomas facticios (p.ej. porque se descubre al paciente autoinfligiéndose un daño) o bien lo niegan o abandonan de repente el hospital.
- El curso de las diferentes hospitalizaciones les puede llevar a múltiples cambios de residencia (incluso en diversas ciudades o estados).
¿Qué no es?
Hay cuadros clínicos que pueden aparentemente ser similares pero que tienen orígenes psicopatológicos diferentes:
- Simulación: El paciente finge síntomas, pero no para ser cuidado sino para obtener un beneficio de la enfermedad. P.ej. contraprestaciones económicas, absentismo laboral, librarse de obligaciones familiares, etc.
- Hipocondría: La persona con hipocondría también recurre permanentemente a los médicos, pero porque cree realmente que está enferma o le asusta estarlo. Necesitan que los profesionales de la salud les descarten cualquier patología constantemente.
- Somatización: En épocas de estrés elevado pueden aparecer síntomas físicos o psicológicos que no tengan relación con una enfermedad. Sin embargo, no hay intencionalidad, en ningún caso son fingidos, son reflejo del malestar psicológico.
- Enfermedades raras: No siempre es fácil dar con un diagnóstico clínico. Ciertas patologías reales pueden ser difíciles de determinar en un principio.
¿Causas?
No se conocen exactamente las causas de este trastorno, aunque pueden influir factores biológicos y psicológicos. Suele darse en personas con un amplio histórico de hospitalizaciones traumáticas debido a enfermedades físicas identificables o trastornos mentales. También pudo haberse creado un importante vínculo con algún médico en un momento significativo.
Habitualmente tiene relación con problemas importantes de identidad y de autoestima. Puede estar vinculado a un trastorno de personalidad.
¿Evolución?
Si bien pueden producirse uno o dos episodios aislados a lo largo de la vida, lo más habitual es que sea un trastorno crónico, con episodios intermitentes de duración variable. Las sucesivas hospitalizaciones se convierten en una auténtica forma de vida para el paciente.
¿Tipos?
Suelen especificarse distintos tipos del trastorno en función de si predominan los síntomas físicos, psicológicos o una mezcla de ambos.
Una variación importante del trastorno facticio es el recientemente denominado “trastorno facticio aplicado a otro” (anteriormente llamado “trastorno facticio por poderes” o “síndrome de Münchhausen por poderes”). Como su nombre indica, se falsifican síntomas o se induce lesión o enfermedad sobre una tercera persona, por lo que esta variación está considerada como maltrato. La persona con este trastorno tiene la necesidad patológica de cuidar de alguien. La víctima puede ser un menor, un animal, o también un adulto. Puede incluso llegar a causar la muerte, de ahí la importancia de la detección precoz. Este tipo de trastorno es más habitual en mujeres.
¿Tratamiento?
Es difícil que la persona con TF busque ayuda para solucionar su problema, básicamente porque no está dispuesta a admitirlo. Por este motivo es poco probable que mejore de forma espontánea.
El tratamiento se centra en cambiar el comportamiento de la persona y disminuir el uso excesivo de los servicios médicos. Es importante la implicación activa de la familia para comprender y facilitar el proceso terapéutico.
En el caso del “trastorno facticio aplicado a otro” lo más urgente es la protección de la víctima.
Para poder detectarlo a tiempo, así como para tratarlo, es necesario que exista una estrecha coordinación entre los diferentes profesionales, básicamente médicos especialistas implicados, personal de enfermería, equipo de salud mental (psiquiatras y psicólogos) y equipo de trabajo social. Según el caso, deben valorarse medidas legales.