“Ocuparse o preocuparse, he ahí la cuestión”.
Anónimo.
La mayoría de las personas ha experimentado en algún momento de su vida estrés laboral. En ocasiones es algo puntual que se resuelve tras la vuelta al volumen de trabajo habitual, pero a veces se mantiene a medio o largo plazo, cronificándose y creando problemas a nivel físico, emocional y social. Según la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, el 51 % de los trabajadores europeos lo reconocen como algo habitual.
El estrés laboral afecta a un 80% de las empresas europeas y constituye uno de los principales motivos de baja. Sin embargo, la mayoría de las empresas no disponen de conocimientos ni de medidas adecuadas, y hay un déficit importante tanto para prevenirlo como para tratarlo.
¿Síntomas?
A corto plazo aparece malestar tanto físico como psicológico, por ejemplo, fatiga, falta de concentración o memoria, negatividad, problemas con el sueño, dolor de cabeza o de estómago, dificultad para tomar decisiones o irritabilidad. La persona puede empezar a retraerse, a presentar faltas de puntualidad o usar estrategias poco saludables para hacer frente al estrés, como el consumo de alcohol, tabaco u otras drogas o una alimentación deficitaria.
Cuando la situación estresante se prolonga en el tiempo puede aparecer ansiedad, depresión, riesgo de enfermedades cardiovasculares, problemas musculo-esqueléticos, debilitamiento del sistema inmunológico (que hace más probable sufrir otros problemas de salud), etc. Con el tiempo puede ocurrir que la persona vaya a trabajar no encontrándose bien o que aumenten las bajas laborales, haciéndose éstas más largas o frecuentes, viéndose así afectado el correcto funcionamiento de la empresa productiva y económicamente.
Un problema muy actual
A pesar de que siempre ha existido, el estrés laboral es un problema en alza según la Organización Internacional del Trabajo. Actualmente, los empleados deben hacer frente a mayor presión para responder a las exigencias del trabajo moderno. Los factores psicosociales son circunstancias que aumentan el estrés y los problemas de salud, haciendo que cada vez sea más complejo compatibilizar la vida laboral y la personal. Entre los más importantes encontramos:
- Altas exigencias en el rendimiento (en ocasiones contradictorias o poco claras).
- Aumento de la competencia y la competitividad.
- Largas jornadas laborales.
- Sobrecarga de trabajo y falta de tiempo.
- Pocas probabilidades de ascender en la empresa.
- Trabajo poco estimulante.
- Falta de participación en la toma de decisiones que afectan al trabajador.
- Responsabilidades o roles poco definidos.
- Exposición a riesgos físicos.
- Falta de apoyo por parte de la dirección y/o los compañeros o comunicación deficitaria.
- Violencia verbal o física. Acoso psicológico (mobbing) o sexual.
Por otro lado, debido a los cambios producidos por la crisis económica mundial, el trabajador se encuentra más vulnerable debido a factores como:
- Inseguridad laboral y miedo a perder el empleo.
- Cambios organizacionales o reestructuraciones empresariales.
- Precariedad laboral y salarios insuficientes.
- Despidos masivos.
- Altas tasas de desempleo.
¿Hay profesiones más y menos proclives al estrés laboral?
Existen riesgos psicosociales que pueden aumentar por sí mismos el grado de estrés genérico de una profesión, por ejemplo, la peligrosidad o el alto grado de responsabilidad. Entre las profesiones más estresantes encontraríamos:
- Bombero/a.
- Policía.
- Militar.
- Personal sanitario.
- Profesor/a (particularmente de enseñanza media).
- Pilotos y tripulación aérea.
- Juez/a.
- Ejecutivo/a.
- Periodista o reportero/a.
- Minero/a.
- Taxista.
- Organizador/a de eventos.
Y entre las aparentemente menos estresantes:
- Ecografista.
- Estilista o peluquero/a.
- Audiólogo/a.
- Profesor/a de universidad.
- Joyero/a.
- Técnico/a en farmacia.
- Bibliotecario/a.
Sin embargo, el riesgo de padecer estrés se debe a una interacción inadecuada entre el tipo de trabajo, el entorno organizativo y directivo, las aptitudes/competencias de la persona y las facilidades que se le ofrecen para realizar su trabajo. Es decir, el estrés tiene lugar cuando las demandas del trabajo exceden las capacidades, recursos o necesidades del trabajador. Por tanto, es una interacción entre los riesgos psicosociales y cómo la persona los gestiona psicológicamente. No obstante, debido a que los factores de riesgo se manifiestan de una forma global, se reconoce que el estrés laboral es un problema que afecta a todos los países, a todos los trabajadores y a todas las profesiones de los países desarrollados y en desarrollo.
¿Qué hacer?
Según la OMS, la estrategia de intervención debe ser a tres niveles:
- Proteger la salud mental reduciendo los factores de riesgo del trabajo.
- Promover la salud mental desarrollando los aspectos positivos del trabajo y del personal.
- Solucionar los problemas de salud mental independientemente de su causa.
Intervención sobre la empresa:
- Control: asegurar una ratio de personal adecuado o preguntar opinión sobre el trabajo a los trabajadores.
- Carga de trabajo: Regular los tiempos, dando plazos razonables de cumplimiento, horarios laborales previsibles y adecuados.
- Apoyo social: Fomentar el contacto entre los trabajadores y entre trabajadores y supervisores, reforzar la motivación, asegurar un entorno libre de violencia física o psicológica.
- Entrenamiento y educación: Ofrecer la formación adecuada, informar sobre riesgos psicosociales y estrés y cómo prevenirlos.
- Equiparar el trabajo al trabajador: Asignar los puestos a empleados suficientemente capacitados y asignar tareas de acuerdo con la experiencia o competencia.
- Transparencia y justicia: Definir tareas, roles claros, medidas de seguridad necesarias, remuneración acorde con la tarea realizada, equidad y trasparencia con los trabajadores.
- Ambiente físico: Iluminación, equipamiento, aireación y ruido adecuados, evitación de agentes nocivos, ergonomía.
Intervención sobre el trabajador: La Asociación Americana de Psicología propone las siguientes recomendaciones para afrontar el estrés laboral:
- Identifica tus estresores: Haz un registro diario de las situaciones estresantes que se han dado, dónde sucedió, quiénes estaban presentes, cómo reaccionaron, los pensamientos que te generó y tus sentimientos.
- Desarrolla respuestas saludables: ejercicio físico, aficiones, hábitos de sueño y alimentación saludables, reducción de estimulantes…
- Pon límites: no mezclar vida profesional y personal poniendo una línea clara (ej. no respondiendo mails durante la cena).
- Tómate un tiempo para desconectar: Es importante descansar tanto dentro del horario laboral como también en forma de vacaciones o días libres. Date tiempo.
- Aprende a relajarte: Haz una cosa detrás de otra, no todo a la vez. Meditación, mindfulness o ejercicios de respiración pueden ayudar.
- Habla con tu supervisor: Comunica tus necesidades y estableced juntos un plan de acción para problemas concretos.
- Busca apoyo en familia y amigos.
- Averigua si la empresa tiene un Programa de Asistencia al Empleado (PAE): Es una herramienta para prevenir el estrés y desarrollar habilidades personales. Incluye información on-line o individualizada.
- Busca ayuda psicológica profesional si todo lo anterior es insuficiente.