«El temor a la muerte es peor que la muerte misma»
Publio Cyro («Sentencias»)
Una de las pocas cosas que todos sabemos es que vamos a morir algún día. Como dice el dicho, la principal causa de muerte es estar vivo. Sin embargo, es curioso que algo de lo que tenemos absoluta certeza genere tanta incertidumbre.
El ser humano necesita certidumbre por naturaleza. Cuando nos asalta una duda, necesitamos resolverla. Así justamente empezó la evolución. Sin embargo, no todas las preguntas tienen el mismo grado de dificultad. Las preguntas existenciales nos han asaltado desde siempre. Ya los antiguos mitos griegos hablaban de Eros (amor, creación) y Tánatos (muerte). Sabemos que existimos, pero no qué sentido tiene, ni por cuánto tiempo ni si habrá algo después. Estas cuestiones fundamentales generan reacciones diferentes en las personas.
¿Qué es y qué no es?
El miedo a la muerte no es algo raro, es algo muy frecuente y natural en el ser humano. De hecho, es hasta cierto punto necesario y adaptativo ya que nos lleva a protegernos ante situaciones de peligro. Tiene que ver con nuestro instinto de supervivencia y preservación como especie.
El problema empieza cuando ese miedo se agudiza, invadiendo y bloqueando el día a día de la persona con una ansiedad constante. Es el tránsito del miedo a la fobia a la muerte o tanatofobia.
Entre los síntomas principales podemos encontrar:
- Pensamiento obsesivo y recurrente relacionado con la muerte que genera altos niveles de ansiedad (taquicardia, sudoración, mareos, debilidad, boca seca, entumecimiento u hormigueo en las extremidades, etc).
- Evitación de cualquier situación relacionada con la muerte.
- Ideas hipocondríacas y necesidad de controlar cualquier mínimo dolor.
- Ser consciente de la irracionalidad de este miedo, dando lugar a sentimientos de culpabilidad, tristeza o miedo a perder el control.
- Puede llegar a generar ataques de pánico, depresión, trastorno obsesivo-compulsivo, entre otras problemáticas.
Aunque suele estar asociado, es importante no confundir la tanatofobia con la necrofobia o el miedo a todo aquello que pueda estar muerto.
¿Quién y cuándo?
Se calcula que alrededor de un 2% de la población tiene tanatofobia. Es más habitual en la clase media o media-alta y con estudios secundarios o universitarios. Se da más en mujeres. Suele iniciarse entre los 20 y 40 años, y tiende a disminuir significativamente a partir de los 65 años, cuando se integra la muerte como parte de la secuencia habitual de la vida.
¿Por qué?
Como todas las fobias, no siempre es fácil identificar una causa que las explique. Puede haberse originado debido a una experiencia traumática relacionada con la muerte o con algo que nos hayan explicado en relación a ella, pero también puede haberse desarrollado a partir de algún pensamiento o emoción interna, sin referencias externas.
¿Qué hacer?
El objetivo es poder normalizar el concepto de proceso e integrar la muerte como una parte inseparable de la vida.
Lo primero de todo es entender qué es lo que teme la persona concretamente, puesto que el tratamiento será diferente en cada caso. El miedo a la muerte es como un monstruo de varias cabezas, ya que pueden ser varios los motivos que generen el temor, entre ellos:
- Lo desconocido.
- Un más allá amenazador (infierno).
- El sufrimiento.
- La dependencia o incapacidad para cuidar de uno mismo.
- La finitud.
- La pérdida de control sobre nuestra salud y las cosas importantes de la vida.
- No poder más a los seres queridos.
- La incompletitud o morir sin haber podido desarrollar un proyecto vital pleno.
- El dejar desprotegidas a personas que están a su cargo (descendientes, mayores, etc).
Algunas recomendaciones:
- Hablar de la muerte, ponerle palabras y no evitar el tema. Habitualmente es un tema tabú y eso hace que se creen ideas que generan un alto sufrimiento psicológico.
- Pensar realmente en la muerte y sus implicaciones cuando realmente sea una posibilidad cercana. Las personas maduramos a lo largo de la vida, y en ese proceso, nuestras formas de entender el mundo también. No piensa igual sobre la muerte un adolescente que un anciano, por lo que no podemos pensar en nuestra vejez desde quien somos en la adolescencia, sencillamente porque no sabemos qué será para nosotros importante en el futuro porque aún no lo hemos vivido. Sería como un juego de tiempos
- Derivado del concepto anterior, centrarse en lo realmente importante hoy o a corto plazo y abstenerse de hacer planteamientos remotos o hipotéticamente infundados.
- Aceptar la incertidumbre. Recuerda que “mortal”, la palabra para referirse a los humanos, es justamente lo contrario de “todopoderoso” u “omnipotente” que se usa para dioses. No podemos saberlo todo.
- Crear sentido en vida, tener un proyecto vital gratificante. Si no se tiene, buscarlo. Habitualmente detrás del miedo a la muerte se esconde en realidad un miedo a la vida. La recuperación de la tanatofobia en este caso sería, dejar de ser un “muerto en vida”.
- Si es un problema que inunda todas las áreas fundamentales de la persona, haciendo imposible el día a día, es preferible consultar con un psicoterapeuta. Sería también importante valorar si el miedo a la muerte es el problema en sí o forma parte de otro trastorno.