Si bien hablar solo puede resultar embarazoso o parecer un síntoma de trastorno mental a ojos de los demás, lo cierto es que según cómo, puede ser algo muy saludable.
Hablar en voz alta estando solo es algo mucho más habitual de lo que pensamos. Estamos permanentemente diciéndonos cosas a nosotros mismos, desde meras instrucciones cotidianas (“voy a tomar un vaso de agua”) hasta reflexiones más elaboradas. Ya en 1934 Lev Vygotsky, uno de los principales teóricos de la psicología del desarrollo, acuñó este concepto de diálogo interno como “habla privada”, para referirse al habla de los niños cuando se dirigen a sí mismos o a nadie en particular y que cumple un papel clave en el desarrollo cognitivo. Es un instrumento externo de pensamiento, que a medida que el niño va madurando se va internalizando hasta quedar como un pensamiento verbal. No obstante, según algunos autores, el habla privada no desaparece nunca.
Hablar en voz alta, por tanto, es la articulación verbal del diálogo interno, y se produce cuando se activa de manera involuntaria un comando motor. Cumple la función de organizar nuestros pensamientos, tomar decisiones o reorganizar las ideas, planificar actividades, mantenernos activos mentalmente, asentar aprendizajes, reforzar la memoria y modular emocionalmente nuestra realidad.
Una investigación de la Universidad de Waterloo (Canadá), ha estudiado el hablar en voz alta como método para mejorar las técnicas de estudio y aumentar la capacidad cerebral. Se constató que leer en voz alta ayuda a recordar mejor que leer en silencio. Se llama a esto “efecto producción”:
- Leer en voz alta activa la capacidad del cerebro para almacenar información.
- Aumenta la capacidad de memoria visual.
- Aumenta el efecto personal de la información, lo que ayuda a recordar.