Una ruptura de pareja, a pesar de que sea algo deseado por ambas partes, es un duelo que hay que atravesar. Si ya es complicado para los adultos, mucho más puede llegar a serlo para los hijos, especialmente si son menores, ya que están en pleno desarrollo madurativo y no tienen las mismas estrategias psicológicas que sus progenitores. Por eso, es particularmente importante aprender a separarse bien. Una separación bien encauzada puede ser la mejor prevención de psicopatología sobre todo en el menor, pero también en los padres más adelante.
¿Qué ayuda?
- Explicar al menor los motivos globales de la separación (adaptado a la edad del hijo), estando ambos padres presentes.
- Desculpabilizar. Que se le diga al menor que no tiene la culpa, que es una decisión que se toma independientemente de él.
- Aclarar al niño que aunque la relación de pareja haya terminado, la relación parento-filial seguirá siendo incondicionalmente para siempre.
- Anticipar lo máximo posible qué cambios se llevarán a cabo y cómo serán sus rutinas a partir de ahora. La previsibilidad ayuda.
- Asegurar al menor que ambos padres continuarán estando presente, aunque de manera diferente.
- Ambos padres deben respetarse mutuamente, así como potenciar y favorecer la buena relación del hijo con el otro progenitor, que el niño no sienta un conflicto de lealtades.
- En el caso de familias reconstruidas (es decir, que una de las partes inicie una nueva relación de pareja) autorizar y animar al hijo a tener buena relación con la nueva pareja.
- Atender a la evolución del niño: si aparecen síntomas como reducción del rendimiento académico, conductas regresivas (volver a hacerse pipí en la cama, chuparse el dedo, pataletas…), etc, aportar al niño la ayuda necesaria.
¿Qué no ayuda?
- Utilizar al niño como testigo, como árbitro para regular los conflictos o como mensajero (niños “ping pong”).
- Dar por hecho que como el niño es pequeño, no sufre.
- Criticar oinfravalorar a la expareja delante del niño (aunque existan motivos fundados).
- Hacer escoger al menor o pedirle que tome partido en aspectos de la pareja.
- Utilizar al niño para vengarse de la expareja, p.ej. poniéndolo en contra. No sólo confunde al niño, sino que genera resentimiento hacia el padre que critica.
- Pedir al niño que aporte información de cómo es la vida de la expareja, cómo está, qué cosas hace, con quién se relaciona, etc. Activa sentimientos de deslealtad en el menor.