La dismorfia de productividad es un concepto que se utiliza cuando un trabajador siente que no está siendo suficientemente productivo a pesar de que sí lo es realmente. Por muy duramente que se trabaje, nunca hay satisfacción con el resultado, nunca es lo suficientemente bueno el producto final. Hay una compulsión por hacer siempre más, debido a esta visión distorsionada y hay una preocupación obsesiva por hacer más para minimizar el propio sentimiento de fracaso por no ser suficientemente productivo (aunque no sea cierto). Existe una necesidad distorsionada de ser valorado por los demás al precio que sea, y el concepto de éxito suele estar desfigurado. Poco a poco se va minando la confianza en uno mismo, lo que lleva no sólo a afectar al bienestar sino también a la propia salud. Si no se reconduce a tiempo, puede ir ampliándose a otras áreas, como la familia, el ocio o las amistades, siendo cada vez más invalidante.
Es un problema que se sitúa a caballo entre el síndrome del impostor y el síndrome de burnout. La diferencia entre el síndrome del impostor y la dismorfia de productividad es que el primero se caracteriza por la poca confianza en uno mismo a la hora de realizar un trabajo y en el segundo la desconfianza surge una vez el trabajo ya está finalizado.
La carga mental que supone este exceso de trabajo ha venido también a llamarse “sisifemia” en recuerdo de Sísifo, el personaje mitológico condenado a subir una y otra vez una enorme roca hasta la cima de una montaña para volver a empezar justo al coronarla.
La dismorfia de productividad suele ser más frecuente en personas perfeccionistas, responsables y exitosas (aunque no lo crean) y se sustenta en la idea de cuanto más esfuerzo, más valor tiene el trabajo.
Algunas de las consecuencias que supone son: indudablemente estrés, insomnio, agotamiento, cefaleas, irascibilidad, ansiedad, dificultades de concentración, alteraciones del apetito, anhedonia (dificultad para disfrutar), adicciones a fármacos, y abuso de tabaco, alcohol u otras drogas.
En estas circunstancias es fundamental aprender a cuidarse y a descansar, puesto que somos algo más que trabajo. Poner límites y redefinir nuestra responsabilidad laboral es crucial.
Una tarea que puede ayudar es llevar un registro detallado de las actividades que se realizan. Es una manera de dar visibilidad a todo lo que se hace a lo largo del día para no minimizarlo ni para ver sólo lo que queda por hacer.
Atender a los mensajes internos que nos damos a nosotros mismos y tomar nota de todos ellos también nos puede ayudar a comprender la crueldad con la que a veces nos tratamos y empezar a darle la vuelta a ciertos mensajes disfuncionales.
Y recuerda: nunca se fracasa completamente, ni el éxito es nunca perfecto.