Un equilibrio descompensado
El estrés es un estado de desregulación interna global del organismo. Se produce cuando las exigencias a las que se ve sometida la persona, son mayores a los recursos físicos y mentales que se disponen para hacer frente a dichas exigencias.
Así pues, el estrés es una reacción de agotamiento del sistema ocasionada por la saturación de demandas a las que tiene que enfrentarse, tanto internas como externas.
En Física, el estrés se define como la reacción a una fuerza externa: Si hay mucho estrés, un objeto puede romperse o cambiar de forma. De la misma manera, el ser humano también puede “romperse” o cambiar, al verse sometido a presión.
¿Cómo funciona?
Cuando el organismo se ve sometido a un elevado grado de presión (interna o externa), necesita activarse rápidamente para poder aumentar su capacidad de rendimiento. Se entra así en la fase de alarma. Se movilizan todos los recursos disponibles para dar respuesta a esa situación estresante.
La fase de resistencia empieza cuando el organismo se estabiliza en el mantenimiento de esa situación en la que el sistema hiperfunciona al máximo de revoluciones. Se mantiene un elevado rendimiento, pero a costa de una enorme inversión de recursos.
Cuando esa situación de gran activación se sostiene demasiado en tiempo, entramos en la fase de agotamiento. Los recursos personales son menores que las exigencias, por lo que el sistema se desequilibra y se desregula, y empieza a presentar síntomas en diversos niveles.
La autorregulación de nuestro sistema nervioso
Existen dos sistemas básicos en el sistema nervioso que intervienen en la respuesta de estrés y en su recuperación. Estos subsistemas necesitan estar en equilibrio para garantizar el desarrollo y supervivencia:
- El sistema simpático es el responsable de la activación. Nos permite reaccionar de manera saludable a cualquier amenaza o situación que requiera energía y esfuerzo. Prepara biológicamente nuestro organismo para la lucha o la huida:
- Libera adrenalina.
- Dilata las pupilas para aumentar la capacidad visual y el oído se agudiza.
- Aumenta la presión sanguínea bombeando la sangre preferentemente hacia la cabeza para optimizar el nivel de oxígeno en las células y agilizar así los procesos mentales
- Acelera la frecuencia cardíaca.
- Abre las vías respiratorias para aumentar el oxígeno en sangre.
- Inhibe el sistema digestivo para destinar toda la energía a la urgencia de la situación.
- Mantiene el tono muscular.
Sin embargo, este sistema no puede estar constantemente activado.
- El sistema parasimpático es el responsable de volver al estado de equilibrio y conservación después de la activación del sistema nervioso simpático.
- Constricción de la pupila.
- Reducción del volumen de los pulmones.
- Reducción de la frecuencia cardíaca.
- Estimulación de la digestión.
- Relajación muscular.
Tipos de estrés
- Eutrés o estrés positivo: Se produce cuando la presión es manejable y genera activación y estimulación positiva. P.ej. deportes de riesgo o prepararnos para una cita con alguien especial. Mejora la capacidad cardíaca, la resistencia, agudiza el pensamiento y según la investigación incluso puede servir para combatir infecciones.
- Distrés o estrés negativo: Es lo que comúnmente entendemos por estrés, Lo experimentamos cuando las demandas de la situación exceden nuestra capacidad de afrontamiento y sentimos que está en peligro nuestra estabilidad física o psicológica. Según su duración diferenciamos entre:
- Estrés agudo: Acotado en el tiempo.
- Estrés crónico: Sostenido en el tiempo.
¿Síntomas?
- A nivel fisiológico:
- Problemas digestivos.
- Agotamiento
- Problemas musculo-esqueléticos.
- Insomnio
- Dermatitis o alergias.
- Mareos o cefaleas.
- Taquicardia o palpitaciones.
- Pérdida o aumento del apetito.
- Problemas menstruales.
- Problemas sexuales.
- Aumento de la presión arterial.
- Insuficiencia cardíaca.
- Diabetes
- Debilitamiento del sistema inmunológico.
- A nivel emocional
- Irritabilidad
- Miedo
- Impaciencia o frustración.
- Confusión o embotamiento.
- Desmotivación.
- Tristeza
- A nivel cognitivo
- Problemas de concentración.
- Pensamientos intrusivos recurrentes.
- Reducción de la capacidad de solución de problemas y de toma de decisiones.
- Autocrítica y catastrofismo.
- Actividad mental acelerada.
- Preocupación excesiva por el futuro.
- A nivel conductual
- Disminución del rendimiento laboral
- Aislamiento
- Agresividad
- Hiperactividad
- Evitación de situaciones.
- Ingesta compulsiva de alimentos.
- Abuso de sustancias como tabaco, alcohol o drogas.
- Onicofagia (morderse las uñas).