El ser humano necesita una cierta dosis de previsibilidad en la vida para sentirse bien. Sin embargo, si esta previsibilidad es excesiva, nuestra vida puede resultar tediosa, y si es nula, podemos estresarnos o agotarnos, ya que todo lo desconocido asusta ¿Cómo detectar cuándo necesitamos cambios y cómo ponerlos en práctica?
Las diferentes zonas
Podemos estar en diferentes zonas según los estados mentales o comportamentales en que nos encontremos. Están organizadas en forma de círculos concéntricos:
- Zona de confort: Nos sentimos seguros y estables porque dominamos la situación. Nuestros comportamientos son rutinarios, no asumimos ningún riesgo porque todo es conocido y previsible. Controlamos la situación, pero no hay nuevos aprendizajes, giramos entorno a rutinas fijas, nos gusten más o menos. Tampoco nos sentimos completamente felices puesto que creemos que podríamos dar más de nosotros mismos o tener vidas más estimulantes, pero no nos decidimos a cambiar e ir más allá.
- Zona de miedo: Es la zona en la que entramos al ampliar nuestra visión del mundo, cuando sí nos planteamos ir más allá pero aún no tenemos recursos para hacer frente a la situación. Se activa el miedo cuando nos sentimos inseguros y no sabemos cómo manejar nuestra realidad. Esta zona se nutre del miedo a fallar, de la vergüenza, del qué dirán… Si logramos hacerle frente a dicho miedo, entonces podemos pasar a la zona de aprendizaje.
- Zona de aprendizaje: Es la zona a la que entramos cuando vamos adquiriendo las habilidades necesarias para asumir la nueva situación. Es la zona donde exploramos, comparamos, aprendemos… Nos enfrentamos a los desafíos que nos plantea esta nueva etapa con esfuerzo, y progresivamente vamos resolviendo las exigencias que nos plantea este cambio de rumbo mientras ganamos poco a poco en seguridad.
- Zona de crecimiento o zona mágica: Es aquella en la que se corren riesgos pero que finalmente da lugar a cambios y a desarrollo personal. Es la zona a la que llegamos cuando conseguimos nuestro objetivo.
¿Qué implica salir de nuestra zona de confort?
- Ganamos nuevas habilidades y conocimientos.
- Apuntalamos nuestra seguridad personal y autoestima, al sentir que dirigimos nuestra vida.
- Incorporamos nuevas perspectivas o formas de resolver problemas.
- No perdemos nada, ya que podemos volver a nuestra zona de confort si lo necesitamos.
¿Cómo podemos salir de nuestra zona de confort?
- Aprende a conocer tus capacidades y también tus limitaciones.
- Sé flexible, ábrete a nuevas posibilidades sin rigidez, explora.
- Date tiempo. Ve a tu ritmo, pero sin dejar de dar pasos hacia adelante.
- Toma modelos de referencia que puedan ayudarte a crecer: apóyate en la experiencia de otras personas.
- Conoce tus miedos, qué es lo que te echa para atrás. Ponlos en orden jerárquico, de más a menos incapacitantes.
- Busca información, prepárate todo lo que puedas. Te ayudará a minimizar riesgos, pero no intentes tener bajo control absolutamente todas las situaciones o hacer previsible todo el proceso de evolución. Si pudieras hacerlo, entonces no te habrías movido realmente de tu zona de confort.