Según La OMS, más de 300 millones de personas en todo el mundo sufren depresión, aunque la cifra ha aumentado de manera considerable debido a la pandemia del COVID. Se considera que la depresión es la principal causa de discapacidad en la población entre 15 y 44 años y según la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), cuesta a los países miembros hasta el 4% del PIB.
España es el cuarto país europeo con más casos de depresión (por detrás de Alemania, Italia y Francia). El 9.2% de las mujeres españolas tiene depresión versus el 4% de hombres. A pesar de lo extendida que está en la población, se estima que únicamente la mitad de los casos reciben algún tipo de tratamiento.
¿Cómo detectarla?
Algunas señales de alerta que pueden ayudar a detectar la depresión son:
- Pérdida de energía, agotamiento o lentitud.
- Tristeza, sentimientos de vacío y desesperación.
- Nerviosismo, irritabilidad, angustia..
- Falta de propósito vital, incapacidad para experimentar placer o interés por actividades.
- Baja autoestima, culpabilidad, impotencia…
- Falta de concentración.
- Insomnio o hipersomnia (exceso de sueño).
- Cambios en el apetito o en el peso.
- Pensamientos recurrentes de muerte o intentos de suicidio.
- Somatizaciones como dolores de cabeza problemas digestivos sin una explicación física concreta u otros dolores o molestias.
- Agitación o retardo psicomotor.
¿Qué podemos hacer para ayudar?
- Pregunta más que habla. Dicen que tenemos dos orejas y una boca para escuchar el doble de lo que hablamos.
- Respeta los silencios. A veces dicen más que las palabras.
- Haz que la persona se sienta valorada. Da importancia a lo que siente.
- Propón opciones y planes concretos que ayuden a aumentar el nivel de actividad. La actividad reduce la depresión.
- Muéstrate presente y disponible, pero sin ocuparte de todas las responsabilidades de la persona con depresión.
- Ten claro tu rol. Eres su familiar o amigo, no trates de ser su terapeuta. No caigas en el error de intentar solucionar todo lo que le ocurra a la persona.
- Mantente ahí en el tiempo. Es habitual que al principio de los síntomas el entorno de la persona con depresión se vuelque, pero progresivamente va desapareciendo, lo que aún aumenta más la soledad en la persona. Recuerda también que es más importante la calidad que la cantidad de tiempo.
- Infórmate sobre la depresión. Información es poder, te ayudará a entender cosas y ser más efectivo.
- Valida los pequeños avances. Ayudará a la persona a repetirlos y ampliarlos.
- Evita sobrecargarte: Controla tu propio nivel de estrés, cuídate. No sobreprotejas a la persona con depresión, hazla responsable de sus acciones siempre que sea posible y recuerda que no eres el encargado de su recuperación. Explícale cómo te hace sentir la situación.
- Alienta a la persona. Salir de la depresión es posible, siempre y cuando se tomen las medidas adecuadas. Ayúdale a pedir ayuda y ofrécete a ser parte del tratamiento.
- Identifica la emergencia. Responde si representa una amenaza para sí mismo o los demás. Contacta con el 112 si la situación lo requiere.
¿Qué no hacer?
- No minimices el sufrimiento de la persona diciendo cosas como “no es para tanto” o “estás haciendo una montaña de un grano de arena”.
- No restes credibilidad a su forma de sentir y entender las cosas, p.ej. “¿no será que entendiste mal?”
- No juzgues ni le digas cómo debería sentirse, p.ej “deberías animarte y valorar más las cosas”, “piensa en positivo”. Uno se siente como puede, no como quiere.
- Evita los lugares comunes, evita sermonear o dar consejos.
- No aumentes su culpabilidad, p.ej. “hazlo por tus hijos”. No sólo no ayudará sino que aún le hará sentir peor por no poder conseguirlo.
- Evita los reproches, por mucho que la situación te sature. P.ej. “No eres el de antes”, “siempre estás con lo mismo”, etc.
- No tengas miedo a hablar de la muerte. Existe un falso mito al pensar que hablar de suicidio puede precipitarlo, y es justo al revés. Hablarlo permite rebajar tensión y también buscar alternativas.
- No hay palabras mágicas ni soluciones rápidas que saquen a alguien de una depresión, deja de buscarlas. La recuperación es un proceso, no te desesperes.
Frases prohibidas
- “No estés triste”. Bloquear emociones aún empeora más la situación.
- “Tienes que animarte”. Si supiera cómo, lo haría.
- “Hay gente que está peor”. Saberlo no ayuda.
- “No te preocupes”. Las vivencias negativas sí requieren preocuparse.
- “Relájate”. No hay frase que ponga a alguien más nervioso.
- “No es para tanto”. Es legítimo que cada persona sienta a su manera.