“El débil puede que nunca perdone; el perdón es el atributo del fuerte”.
Ghandi
Todos sabemos lo que es perdonar, pero no todos tenemos la misma idea de lo que significa y representa, ya que hay casi tantos tipos de perdón como de personas. Pero, ¿qué acarrea realmente?
El perdón ha sido abordado tradicionalmente de forma casi exclusiva desde la religión y la moral. Sin embargo, el hecho de que sea un tema tan recurrente en consulta debido a las dificultades que acarrea, ha promovido que las ciencias de la salud, fundamentalmente la psicología y la medicina, también lo analicen y lo trabajen.
El perdón es una opción
La ofensa (y el dolor que supone) es algo inherente a la vida de cualquier ser humano, y genera reacciones emocionales (rabia, tristeza, humillación, odio…), cognitivas (pensamientos repetitivos, buscar culpables, pensar en cómo debería haberme comportado…) y conductuales (evitar al ofensor o mostrar desapego en su presencia, p.ej.). A todos nos hieren en un momento u otro, lo que varía es lo que hacemos con lo que nos han hecho. Ante un agravio podemos:
- Buscar venganza.
- Buscar justicia.
- Modificar la narrativa sobre la ofensa (justificándola o excusando al agresor).
- Resignarnos
- Negar la ofensa o su implicación.
- Etc
- … y perdonar.
Es decir, podemos decidir qué hacer con ese dolor. Según cómo lo gestionemos tendremos unas consecuencias u otras a nivel de salud.
Efectos en la salud
Existen múltiples estudios que constatan que no perdonar genera un aumento de la actividad fisiológica, lo que aumenta la probabilidad de desarrollar síntomas físicos y psicológicos. El perdón (o su ausencia) podría producir estos efectos:
En salud física:
- Respuesta cardiovascular (cambios en tasa cardíaca y presión arterial).
- Tensión muscular facial y respuesta electrodermal.
- Estrés: efectos en el cortisol o colesterol total y reactividad autonómica.
- Sistema inmune.
- Puede aumentarla probabilidad de dolor crónico, abuso de sustancias, daño cerebral traumático o cáncer.
En salud mental:
- Ansiedad
- Depresión.
- Neuroticismo
- Estrés percibido.
- Baja autoestima.
El perdón es un derecho (no una obligación)
Si la persona perdona, debe ser únicamente porque así lo ha decidido. Forzar a perdonar (cuando aún no se está preparado, cuando no es viable o cuando no se dan las circunstancias) puede generar problemas en la salud, como sentimientos de culpa por no perdonar, sentimientos ambivalentes hacia uno mismo o incluso precipitar situaciones de desprotección ante futuras agresiones (p.ej. en casos de violencia de género).
El perdón es una manera de mejorar la situación. Es un derecho del ofendido. Tiene dos tipos de funciones:
- Dimensión negativa: reducción del malestar post-agresión.
- Dimensión positiva: transformación personal, autocuración, creación de un nuevo sentido que genera bienestar, una nueva manera de percibirse a uno mismo, los demás y el mundo.
Perdonar posibilita que el ofendido deje de sentirse una víctima y pase a considerarse un superviviente.
¿Qué no es perdonar?
Perdonar no tiene por qué implicar reconciliación. El perdón es una forma de liberación interna y por tanto, concierne exclusivamente al individuo. La reconciliación es un acto social, implica restaurar la relación dañada con el ofensor. Se puede perdonar al otro y no recuperar la relación, y también lo contrario, se puede recuperar la relación sin que haya un trabajo personal y de superación del daño (“falso perdón”).
“Perdono, pero no olvido” es una frase muy popular. El perdón no busca olvidar. Perdonar es algo más que no pensar en la ofensa, implica una elaboración psicológica de lo ocurrido, y para ello, es necesario recordarlo, ser consciente. No se trata de olvidar la ofensa, sino de dejar de tener pensamientos recurrentes y eliminar el deseo de venganza, y eso es más probable habiendo perdonado. De acuerdo con los datos provenientes de la investigación, las personas que perdonan, muestran mayores niveles de olvido (tanto en referencia a características del agresor como de la ofensa).
¿Se puede aprender a perdonar?
Rotundamente sí. Perdonar es un proceso, no es algo que ocurra de la noche a la mañana. Es necesario realizar algunas tareas psicológicas que permiten experimentar la ofensa de otra manera y así progresivamente ir cerrando etapas hasta la consecución del perdón.
Worthington plantea 4 fases, que no tienen por qué ser rígidamente consecutivas ni ocurrirle a todas las personas:
- Fase de destapar o descubrir. Implica entender cómo la ofensa ha afectado en todos los niveles emocionales: admitir, expresar y confrontar la rabia, enfrentarse a la vergüenza que paradójicamente surge de sentirse injustamente tratado (p.ej en abusos sexuales), reconocer la baja energía emocional, ver posibles distorsiones polarizadas a la hora de entenderse a uno mismo y al ofensor (buenos vs malos), experimentar el duelo que supone darse cuenta de que hemos cambiado de manera permanente y afrontar el malestar post-ofensa.
- Fase de decisión: La persona decide perdonar y se compromete con esa decisión, lo que hace que gane cierto control. Entender que las emociones previas (p.ej. rabia) no están funcionando y que se necesita integrarlas de otra manera. Pensar en el perdón como opción (fomenta libertad). Implicaciones de perdonar, adquisición de habilidades para replantear la situación y abandono de las que no sirven.
- Fase de trabajo: Reformulación del ofensor dentro de su contexto (cómo ha sido su vida, sus circunstancias en el momento de la ofensa, etc.), evitando pensamiento dicotómico (blanco/negro). También reformulación de la propia actuación (p.ej, ¿podría haber influido yo de manera diferente durante la ofensa?). Potenciar cierto nivel de empatía o comprensión. Trabajar el dolor, tolerarlo y aceptarlo (no excluye el buscar justicia).El perdón pasa a ser un regalo moral que decide hacerse al otro y ayuda expresarlo de manera simbólica, ya que no es algo meramente interno. La benevolencia puede expresarse de maneras diferentes y genera sanación psicológica.
- Fase de profundización: Encontrar un sentido al dolor y al perdón, recapitular momentos en los que se fue perdonado por otra persona antes y las implicaciones personales que tuvo, crear un propósito en la vida post-ofensa, integrar lo que se ha aprendido, y sobre todo notar cómo aumentan los afectos positivos (bienestar, autoestima, esperanza) y decrecen los negativos.