En los últimos años ha aumentado el interés por las neurociencias dentro del sector educativo, en un intento por influenciar positivamente la enseñanza, aplicando nuevos métodos. Esto ha producido que se descontextualice o malinterprete cierta información, dando lugar a ciertos mitos que entorpecen y limitan el proceso educativo. ¿Hasta qué punto pueden llegara interferir?
Neuroeducación y neuromitos
La neuroeducación es una nueva visión de la enseñanza que se centra en aportar estrategias y tecnologías en el proceso de aprendizaje que están basadas en el funcionamiento del cerebro. Es la fusión de tres disciplinas: la neurociencia, la pedagogía y la psicología.
El término “neuromito” fue acuñado por primera vez por el neurocirujano Alan Crockard en la década de los 80 para referirse a la aplicación sin rigor de conceptos de la neurociencia en la medicina. Actualmente un neuromito se define como un concepto erróneo, generado por un malentendido o interpretación distorsionada de un hecho científico.
El lenguaje impenetrable de las neurociencias o la buena fe y las ganas de creer, son algunos de los factores por la que se crean los neuromitos. Sin embargo, generan un elevado malestar tanto en docentes como en padres que tiene una repercusión directa sobre el menor, por lo que es importante poder identificarlos y desmitificarlos.
Los principales neuromitos
Veamos algunos de nos neuromitos más representativos:
- Sólo usamos el 10% de nuestro cerebro. Este es uno de los neuromitos más extendidos. Es producto de la confusión entre anatomía y capacidades mentales. Las capacidades mentales pueden mejorar si se fortalecen conexiones neuronales o se crean nuevas redes, no es cuestión de espacio. Utilizamos el 100% del cerebro, pero en cada momento se activan las regiones necesarias, según las exigencias de la situación. Además, ¿cómo podemos saber qué total de capacidad tenemos si sólo utilizamos una parte?
- Los hemisferios son independientes y determinan la personalidad. Tradicionalmente se entendía el hemisferio izquierdo como el analítico, lógico y matemático, y el derecho como la parte más creativa y sensorial. Así se sobreentendía que las personas zurdas eran quienes tenían una personalidad más artística y los diestros eran más estructurados y racionales. Sin embargo, hoy sabemos que si bien ciertas áreas con funciones específicas se encuentran en un hemisferio u otro, ambos hemisferios reciben y procesan información de forma interconectada y holística.
- Los estilos de aprendizaje. Cada alumno tiene una predisposición biológica a aprender por tres canales diferentes: visual, auditivo o kinestésico (o de movimiento). Se entendía que si los conocimientos eran transmitidos en la modalidad dominante, el aprendizaje sería mayor y se conseguiría en menos tiempo. Sin embargo, hoy sabemos que las modalidades sensoriales se encuentran interrelacionadas y que cuando la información es rica y cubre varios acanales sensoriales, el aprendizaje y el recuerdo son mejores. El cerebro es polisensorial.
- El efecto Mozart: Escuchar música clásica hace más inteligentes a los niños. Este neuromito está basado en una investigación de la doctora Frances Rauscher que aseveraba que escuchar Mozart durante 10 minutos al día, aumentaba la capacidad intelectiva en comparación de quienes habían estado en silencio o hablando. Estudios posteriores revocaron este estudio inicial dada la imposibilidad de replicar los datos.
- Los 3 primeros años son claves para el aprendizaje. Este es uno de ellos mitos que más ansiedad parental genera, puesto que se postula que los 3 primeros años condicionarán el aprendizaje futuro, y lo que no se haga en esta etapa no podrá hacerse después. Sin embargo, hoy sabemos que las sinapsis y la plasticidad cerebral continúan mucho más allá de los 3 años e incluso se necesita una maduración del sistema nervioso para asentar tendencias que necesariamente deben hacerse más tarde.
- Las personas pueden aprender mientras duermen. No está confirmado empíricamente que se aprenda mientras se duerme. Sí que se practica y se afianza lo aprendido durante el día de manera consciente. También podemos resolver problemas durante el sueño utilizando información aprendida durante la vigilia. Por esto se dice aquello de “consultarlo con la almohada”.
- Cuanto más grande es el cerebro, más inteligente se es. El tamaño del cerebro no tiene que ver con la inteligencia, lo que prima son las conexiones neuronales. Una vaca tiene el cerebro más grande que un chimpancé, y sin embargo es incuestionable es menos inteligente. Este mito tiene relación con la discriminación de género. Anatómicamente las mujeres tienen un cerebro más pequeño que los hombres por regla general, pero esto no tiene relación con el grado de inteligencia.
Asentar las premisas psicopedagógicas en evidencias neurológicas es una necesidad en el panorama educativo actual, y el primer paso para conseguirlo es desactivar los neuromitos.