En psicología, denominamos “locus de control” al grado de control que la persona percibe que tiene en las diferentes situaciones de su vida. Puede repercutir positiva o negativamente en la salud psicoemocional, ya que condiciona la forma en la que afrontamos los acontecimientos. No sólo puede ayudar a predecir el comportamiento de una persona, sino que también da información de cuáles son las emociones más probables que aparezcan.
Existen dos tipos:
- Locus de control interno: Es la creencia de que somos capaces de controlar y decidir sobre una situación a partir de nuestras propias actitudes y aptitudes. Las personas que presentan más habitualmente locus de control interno son personas responsables, autónomas y conscientes de sus propias capacidades y limitaciones. Son aquellas personas que “hacen que las cosas sucedan”.
- Locus de control externo: Es la creencia de que los acontecimientos que nos ocurren son debidos a factores externos. Se atribuye la causa a otras personas, al azar o incluso a Dios o al destino. Suelen ser personas más inseguras ya que entienden que las situaciones de la vida son incontrolables y viven en una constante indefensión. Esto puede afectar directamente su autoestima. Son aquellas personas que creen que “las cosas les suceden”.
Según si pensamos sobre si el origen del resultado -éxito o fracaso- es interno o externo, así como de su estabilidad en el tiempo, estable o inestable, tendremos 4 maneras de pensar diferentes:
- Cuando el origen del logro es interno y estable, el resultado se debe a habilidad. “Conquisté a mi pareja porque soy irresistible”.
- Cuando el origen del logro es interno e inestable, el resultado se debe al esfuerzo: “Me seleccionaron en mi trabajo porque lo batallé mucho”.
- Cuando el origen del logro es externo y estable, el resultado se debe a la dificultad de la tarea. “Suspendí las oposiciones porque eran muy difíciles”.
- Cuando el origen del logro es externo e inestable, el resultado se debe a la suerte: “Aprobé el examen porque tuve suerte”.
Reflexionar sobre a qué atribuimos nuestros éxitos o fracasos, si es por un locus de control interno/externo o si entendemos los resultados son estables/inestables, puede ayudarnos a entrenar nuestra mente de una forma diferente y así que nos sea más fácil conseguir objetivos en el futuro. De la misma forma, esta reflexión nos puede ayudar también a mejorar la autoestima.