Según la OMS, el número de niños y adolescentes de entre 5 y 19 años con obesidad se ha multiplicado por diez en los últimos 40 años, lo que los hace más vulnerables a desarrollar enfermedades crónicas como la diabetes. Si se mantiene esta progresión, en el año 2022 habrá más población infanto-juvenil con obesidad que con bajo peso.
Un estudio recientemente publicado en la revista The Lancet, analizó la evolución del Índice de Masa Corporal (IMC) y la obesidad de una muestra de niños y adolescentes de todo el mundo desde 1975 a 2016 y concluyó que de 11 millones niños y adolescentes obesos en 1975 se ha pasado a 124 millones en 2016. Además, otros 213 millones de niños y adolescentes presentaban sobrepeso, sin llegar a catalogarse como obesidad.
Esta tendencia no sólo está aumentando en los países más desarrollados, sino también en países de ingresos bajos y medios, que han pasado de tener fundamentalmente niños en infrapeso a tener sobrepeso. Esto sería debido a un mayor consumo de alimentos (fundamentalmente hidratos de carbono muy elaborados) que tienen un alto contenido calórico y un bajo valor nutricional.
La obesidad afecta al bienestar físico (p.ej. complicaciones musculo-esqueléticas, ortopédicas, dificultades del sueño, etc), y al bienestarsocial y psicológico (dificultades emocionales y de conducta como depresión, ansiedad, bajo rendimiento escolar, aislamiento social, bullying, etc.), alterando el estado de salud también en el futuro, aumentando la probabilidad de padecer enfermedades crónicas.
La obesidad y el sobrepeso, si no se toman medidas eficaces, pueden generar en el futuro una crisis sanitaria mundial. Por ello, la OMS creó una Comisión para acabar con la obesidad infantil, donde ofrece a los gobiernos algunas recomendaciones eficaces, rentables y asequibles para mejorar la situación:
- Promover hábitos alimentarios saludables y que exista coordinación en los diferentes contextos (familiar, escolar, social…).
- Fomentar la actividad física. El ejercicio reduce el riesgo de diabetes, enfermedades cardiovasculares, cáncer, etc. y mejora las habilidades de aprendizaje, salud mental y bienestar general.
- Atención pregestacional y prenatal: cuidado de la mujer antes, durante y después del embarazo.
- Dieta saludable, hábitos de sueño y actividad física desde la primera infancia, asesorando a padres y cuidadores en la necesidad de potenciarlos.
- Control del peso como parte de la cobertura sanitaria universal, a través de equipos multiprofesionales que aborden la nutrición, la actividad física y el apoyo psico-social.