Hay tantos tipos de hombres como hombres hay. Sin embargo, existen imperativos culturales que pueden hacer que ciertos hombres se sientan particularmente frágiles. ¿Cómo podemos evitarlo?
Aclarando términos
La masculinidad es la construcción social de lo que significa ser hombre en un lugar y una época concretos. Es un conjunto de características, valores, creencias y significados que definen qué conductas estarían permitidas y cuáles no para un hombre tipo.
Cuanto más rígidas y concretas son las formas de entender lo que significa ser un “verdadero hombre”, más propiciamos las diferencias de poder, no sólo entre los hombres, sino también entre los hombres y las mujeres, lo que da lugar a lo que conocemos como machismo.
El machismo es un conjunto de actitudes y comportamientos que suponen una supremacía masculina de dominio y control sobre la mujer. Cuando son mecanismos más sutiles y aparentemente menos lesivos, hablamos de micromachismos. Son también peligrosos puesto que a menudo pasan desapercibidos, aunque el efecto machista queda articulado. P.ej. “lloras como una nenaza” o poner la cuenta directamente al hombre en un restaurante (la “caballerosidad” es una forma de micromachismo).
Las diferentes masculinidades
Existen fundamentalmente 3 tipos de formas de entender la masculinidad:
- Masculinidad hegemónica: Es el modelo imperante de hombre en un contexto social determinado. En nuestra sociedad el perfil estaría representado por el varón joven, blanco, casado, urbano, heterosexual, con estudios superiores, empleado a tipo completo, exitoso o con puesto de responsabilidad, con buen aspecto físico (peso y altura) y economía desahogada. Los valores que se le suponen son:
- No habla de los problemas, dificultades o traumas.
- No exterioriza emociones (no puede llorar, expresar cariño, mostrar sensibilidad…).
- Es valiente, fuerte, capaz de todo, luchador y que además resulta invencible.
- También rudo, temperamental.
- Es sustento y cabeza de familia.
- Independiente
- Controla todas las situaciones, no duda.
- Masculinidad subordinada: Es cuando algunos o todos los rasgos de la masculinidad dominante no están presentes, y hay una cierta sensación de inadecuación, p.ej. se está en paro, se emociona con facilidad, pertenece a una minoría, etc.
- Masculinidad alternativa: Se refiere a un perfil de hombre que no se siente identificado con ninguna de las dos masculinidades previas y no desea pertenecer a ninguna. P.ej. hombres que creen que también tienen derecho a comunicar estados internos, que respetan la orientación sexual de cualquier persona sin sobrevalorar la heterosexualidad, que creen que pueden vestir de rosa si quieren sin sentirse cuestionados, que creen que mujeres y hombres están situados en el mismo plano y no necesitan situarse por encima para sentirse seguros, etc.
¿Por qué masculinidad frágil?
Denominamos el modelo de masculinidad imperante como masculinidad frágil puesto que, al intentar ocultar emociones o sensaciones como el miedo, la tristeza, la inseguridad o la angustia, se hacen más vulnerables. Una persona (sea del género que sea) no se hace fuerte a nivel psicológico ocultando o callando lo que le pasa, sino visibilizándolo, exteriorizándolo y enfrentándose a ello, es decir, atendiendo las propias debilidades y reestructurándolas.
También al asimilar que cierto tipo de emociones o comportamientos son propios de las mujeres como la expresión emocional, la cercanía y calidez, etc., hace que crezcan con miedo a lo femenino. P.ej. si no me muestro frío o insensible, entonces me convierto en una “nenaza”, dejo de encajar con la masculinidad hegemónica o incluso me cuestiono mi propia orientación sexual. El temor a comportarse o mostrar valores que hegemónicamente se asocian a la mujer, refuerza la sociedad machista y homófoba (que son las dos caras de la misma moneda).
¿Cómo afecta?
El no poder llegar a los estándares ideales marcados por la masculinidad hegemónica, genera en los hombres una autoexigencia que conlleva un alto nivel de estrés y baja autoestima. Esto hace que se frustren y aumenta la probabilidad de desarrollar conductas agresivas.
Se malinterpreta y confunde la masculinidad con la hostilidad, y en un intento de demostrar su “hombría” pueden activar conductas antisociales como robos u otras actividades delictivas, o violencia de género.
La alternativa es posible
Puede parecer paradójico que cuanto más duros intentan ser los hombres, más frágiles resultan. Y es que toca redefinir el concepto de masculinidad y cambiarlo por una masculinidad diversa, que englobe perspectivas diferentes y flexibles. No existe un modelo ideal de hombre puesto que las circunstancias modulan los diferentes perfiles.
Reconducir el machismo no sólo implica un cambio en los hombres, sino también en las mujeres, pues todas las personas, independientemente del género, absorben valores culturales saturados por el estereotipo dominante.
Cuestionar lo preestablecido, hacer autocrítica, reflexionar sobre las propias necesidades, promover la igualdad, acercarnos a modelos más respetuosos con la diferencia, es sin duda, un buen inicio.