“Hay un traje que se amolda a todos los cuerpos: el abrazo”.
Los abrazos mejoran la salud. Así lo atestiguó hace unos años, un hospital estadounidense a partir del nacimiento de dos gemelas en estado muy crítico. Tras los primeros días en la incubadora, una de ellas empezó a remontar, pero la otra no se esperaba que sobreviviera. Una enfermera, contra las normas del hospital, colocó a ambas bebés en la misma incubadora y la más sana de las dos, de forma espontánea abrazó a la otra. Sorprendentemente, su ritmo cardíaco y temperatura se normalizaron, y acabó sobreviviendo. Varios medios de comunicación dieron eco a esta noticia, a la que denominaron “el abrazo de rescate”, lo que terminó en una investigación por parte de la University of Massachusetts Memorial y en un cambio en la normativa del hospital respecto a la política de prevención de infecciones.
La fisiología del abrazo
Los corpúsculos de Meissner, ubicados en la piel reciben la señal del tacto y la envían a la corteza cerebral. También los mecanorreceptores, especialmente numerosos en manos y labios, asimilan la temperatura, la rugosidad, la presión, etc. de los estímulos, y esta información se codifica cerebralmente como caricia, pellizco, cosquillas o un abrazo.
Según la investigación, cuando abrazamos a una persona por la que no sentimos amor ni atracción sexual, segregamos oxitocina y endorfinas, reduciendo los niveles de cortisol y adrenalina (hormonas del estrés), y sintiéndonos más relajados. También ayuda a liberar endorfinas y neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, que contribuyen al bienestar y a la calma. Por otro lado, cuando abrazamos a un amigo o familiar, se añade al circuito cerebral el sistema límbico (encargado de la regulación emocional), lo que contribuye a reforzar el apego, los vínculos y la confianza en el otro.
Beneficios
Son tantos los beneficios psicofisiológicos de los abrazos que algunos autores han investigado sus propiedades en la promoción de la salud. Paul Zak, investigador de la Universidad de Claremont, tras estudios que confirman la relación entre los abrazos y la oxitocina, ha llegado incluso a “prescribir” ocho abrazos al día como forma de liberar esta hormona y así mejorar el bienestar.
Entre los beneficios principales de los abrazos, según diferentes investigaciones encontramos que:
- Reducen el estrés y la tensión.
- Aportan seguridad y protección.
- Promueven bienestar y calma.
- Mejoran la autoestima, empoderamiento.
- Regulan el estado de ánimo y el nivel de energía.
- Estimula la capacidad sensitiva.
- Refuerzan los procesos de memoria y aprendizaje. La dopamina aumenta el buen humor y la motivación. Las emociones también asientan los recuerdos.
- A nivel fisiológico: reduce la presión arterial y ralentiza la respiración. Hay estudios que refieren mejorías en cefaleas, insomnio, regulación del apetito, dolor crónico, ralentización del envejecimiento (por la hormona DHEA) y refuerzo del sistema inmunológico.
- Potencian las relaciones interpersonales y sentimientos de conexión: apertura, interés, generosidad, autenticidad…
¿Cómo influye en el desarrollo?
Los abrazos y la expresión del afecto tienen mucho que ver con nuestro desarrollo como seres humanos. Potencian la sensación de seguridad en el niño, y el sentir que hay un referente adulto que lo acompaña incondicionalmente permite la regulación emocional y la maduración cognitiva, contribuyendo en procesos fundamentales como la adquisición del lenguaje, la motricidad, el sentido de identidad, autoestima, etc.
También en el desarrollo como adultos son fundamentales los abrazos. Existen estudios que confirman que el número de rupturas es mayor en parejas en las que uno de los miembros no expresa el efecto en forma de abrazos o caricias.
¿Abrazoterapia?
Sí, existe.
Según Lía Barbery, la terapeuta creadora de la abrazoterapia, el abrazo no sólo es bueno, sino necesario para nuestro bienestar bio-psico-social. Desde este sistema, entre otras cosas, se entrena a las personas a abrazar mejor. Para ello, se anima a aflojar antes el cuerpo de manera consciente, prestando atención a cada una de las partes y relajándolas lentamente (especialmente cuello, brazos, espalda y caderas). Se acompaña con ejercicios de respiración o incluso visualizaciones que aportan equilibrio. El contacto visual con el otro también es importante, ya que involucra emocionalmente.
Desde la abrazoterapia no sólo se valora la importancia de recibir abrazos, sino también de darlos, o pedirlos si es necesario. Incluso, si se está a solas, también se promueve el rodearse a uno mismo, apoyar la cabeza en un hombro y dejarse llevar.
Al fin y al cabo, el abrazo es bidireccional: no se puede dar un abrazo sin recibirlo a la vez.