La gratitud es tomar conciencia de aquello que consideramos valioso. Es una potencialidad fundamental en el ser humano que nos hace más saludables y felices. ¿Cómo incorporarla en nuestra vida?
La gratitud como potencialidad
Muchas personas entienden la práctica de la gratitud como algo lejano, casi místico, más propio de monjes budistas que de personas de a pie. Sin embargo, desarrollar esta capacidad en nuestro día a día puede producir un cambio de enfoque en nuestra manera de posicionarnos ante el mundo. La gratitud te lleva a valorar lo que está funcionando en tu vida, ayuda a visibilizar tus virtudes y las de tu entorno, y te focaliza en el aquí y el ahora, más que en lo todo lo que te falta por conseguir.
La gratitud también puede ayudar a reconciliarse con el pasado, entendiendo las dificultades de otros tiempos como aprendizajes y no como traumas, lo que hace que se aligere nuestra mochila de vivencias negativas. Nos ayuda a aprender de nosotros mismos y de los demás.
La buena noticia es que la gratitud genera adicción: cuanto más la practicamos, más necesitamos practicarla. Y es que la gratitud libera dopamina, una recompensa natural de nuestro cuerpo que actúa como estimulante y como motivador.
Beneficios para la salud
Existen numerosas investigaciones científicas que avalan el poder de la gratitud. Entre los beneficios más estudiados están los siguientes:
- Mejora la salud física. Reduce la presión arterial, reduce niveles de cortisol, reduce la probabilidad de recidivas en enfermedades, etc.
- Reduce el dolor físico.
- Reduce los niveles de ansiedad y estrés.
- Mejora la calidad del sueño, reduce el tiempo que tardamos en conciliarlo y aumenta las horas que dormimos.
- Mejora el rendimiento cognitivo.
- Nos conecta con nosotros mismos y con los demás, y aumenta nuestra capacidad de empatía, lo que favorece la creación de nuevos vínculos sociales o afianzar los que ya se tienen.
- Genera relajación y aumenta la sensación de bienestar.
- Renueva nuestra energía interna.
- Nos hace más fuertes psicológicamente. Aumenta nuestra capacidad de resiliencia, recuperándonos de manera más efectiva ante la adversidad.
- Mejora el estado de ánimo reforzando así la autoestima.
- Reduce los pensamientos negativos, el pesimismo y el victimismo, ayudándonos a ganar perspectiva ante los problemas.
- Reduce la agresividad y nos hace más pacientes y comprensivos.
¿Cómo entrenar la gratitud?
Entrenar la gratitud va más allá de las normas de cortesía básicas como dar las gracias cuando te sirven un café o te ceden un asiento. Se trata de incorporarlo como actitud, abriendo los sentidos, reflexionando y trasladándolo a nuestra cotidianeidad. Como todos los aprendizajes, se instaura con repetición.
Algunas ideas que pueden ayudarte son:
- Crea un diario de gratitud: Anota diariamente todo aquello por lo que estás agradecido. No hace falta que sean grandes cosas. Degustar una buena fruta o un gesto de una persona en un momento dado puede ser suficiente. Anota todo aquello que se te haya podido pasar por alto y en el caso de que haya intervenido otra persona: ¡díselo!
- Escribe una carta de agradecimiento a una persona significativa en tu vida. Agradece todo lo que te ha dado, lo que te hizo aprender, lo que supuso en tu desarrollo como persona, etc. Si es posible y te apetece, entrégasela.
- La galería del agradecimiento: Elige una caja o un recipiente donde puedas guardar pequeños objetos que simbolicen momentos en los que te has sentido particularmente feliz o agradecido. Unas entradas del teatro, el papel de una chocolatina especial, la etiqueta de una prenda que te hace sentir particularmente cómodo…. También puedes darle el formato de álbum de fotos, ahora que siempre llevamos el móvil encima. Fotografía momentos, situaciones, objetos, personas… cosas que te hagan sentir agradecido o te evoquen esta sensación.
- El paseo de la gratitud. Sal de casa y da un paseo especial. Centra toda tu atención en aquellas cosas que te gustan, focalízate en percibir el lado más sensorial: olores, sonidos, luz, etc y también observa situaciones que puedan resultarte curiosas. Aléjate de tus preocupaciones habituales y disfruta del momento presente.
- Mensajes condensados. Escribe frases concretas con mensajes que activen en ti sentimientos de gratitud. Puedes anotarlos en pequeños post-it y colgarlos a la vista en tus espacios habituales. También puedes guardarlos en una pequeña caja y sacar alguno de manera aleatoria cuando te apetezca, como si fuera una caja de herramientas emocional.
- Agradece a los demás siempre que puedas.
¡Gracias por leer este artículo!