La crisis sanitaria del coronavirus ha disparado el uso de aplicaciones de videoconferencia, con fines personales, laborales o educativos. Se ha podido constatar que el uso de estas plataformas ha creado un cansancio significativo en las personas, a pesar de que hemos estado mucho más estáticos debido al confinamiento. Llamamos a este agotamiento comunicacional “fatiga Zoom”, por la conocida interfaz de videoconferencias, aunque también se refiere al uso de otras como Skype, FaceTime, Google Hangouts etc.
La cuestión que se pone ahora sobre la mesa es: ¿afecta más al cerebro la comunicación virtual que la comunicación cara a cara?
Factores del formato en sí
En las videoconferencias existen más elementos a tener en cuenta que en la comunicación cara a cara, que afectan a nivel de cansancio:
- La videollamada elimina sutilezas fundamentales de la comunicación presencial. No vemos el cuerpo de la persona (perdemos la información postural) y tampoco pequeños gestos que pueden ser reveladores para la comunicación.
- Si la calidad del vídeo es mala (congela la imagen o produce cortes auditivos) aún se pierde más información, incluso partes del mensaje verbal. Esto nos obliga a estar más atentos, aumentando el cansancio y generando sentimientos de frustración. Si por estos problemas técnicos nuestro interlocutor sube el tono aún se crea más agotamiento.
- Se suprime información sensorial (tacto, olfato y gusto).
- El contexto también modula la comunicación y en la videoconferencia desaparece, puesto que siempre es el mismo. Ver siempre la misma imagen también cansa mentalmente debido a la monotonía. Por otro lado, mostrar parte de nuestro hogar también puede ser vivido como una invasión de la intimidad, por lo que algunas aplicaciones permiten difuminar el fondo o poner un fondo de pantalla.
- Los silencios, parte importante durante el mensaje, pueden ser considerados problemas de conexión, y confunde si son o no intencionales.
- La mirada. No saber dónde mira el otro (al interlocutor, a la cámara, otro elemento…) genera incomodidad.
- Multitarea: Hacer otras cosas mientras se hace una videoconferencia es algo muy habitual que aumenta el cansancio (la llamada “atención parcial continua”).
- Perdemos las reglas implícitas de cuándo nos corresponde hablar. Cuesta que se respeten los turnos de palabra.
- Si es una videoconferencia múltiple aún se complejizan mucho más todos los aspectos comentados. El exceso de estímulos abruma y puede hacer que algunas personas se sientan cohibidas o sobreexcitadas. Incluso cuesta a veces diferenciar quién habla, lo que aún aumenta más el caos. Para facilitar esto hay aplicaciones que señalan quién está hablando en cada momento.
Factores de la situación
No todos los factores que generan fatiga son debidos propiamente a la comunicación virtual, sino también a variables situacionales. Es necesario que pase un tiempo para poder valorar las consecuencias reales de la fatiga por videoconferencia, y hasta qué punto son debidas al formato virtual o pueden considerarse efectos secundarios de la crisis sanitaria.
- A pesar de que ahora la situación no es la misma que durante el confinamiento, seguimos en una época complicada. Uno de los primeros síntomas que señalan el estado de ánimo bajo es el cansancio, por lo que éste podría ser el reflejo de esta época, más que de la videollamada en sí.
- Ya que durante el confinamiento la comunicación a distancia era la única posible, se hizo necesario que muchas personas se actualizaran en un mundo informático desconocido. Ese esfuerzo también genera cansancio, sobre todo por la falta de dominio del medio.
- Encadenar una videoconferencia tras otra, es algo muy habitual, y aumenta el grado de agotamiento. Además, se suelen utilizar diferentes aplicaciones, por lo que se hace aún más difícil desconectar.
- El aburrimiento también podía hacer que se aumentara el número de videoconferencias entre familiares y amigos, llevando a conversaciones vacías, hablar por hablar. Esto es algo que también puede influir en un aumento del cansancio.
Factores positivos de la comunicación virtual
- Permiten comunicarnos a tiempo real a grandes distancias y en diferentes situaciones.
- Aportan información visual, no sólo auditiva o escrita. Permite compartir gráficos y archivos varios a tiempo real.
- Puede ser más manejable que la comunicación presencial, menos arriesgada y más confortable en ciertos temas difíciles (pantalla como escudo).
¿Cómo manejarlo?
La comunicación virtual ha venido a quedarse, por lo que es importante aprender a utilizarla y a relacionarnos con ella.
- Gana competencias digitales. Aprende el funcionamiento a fondo.
- Trata de centralizar tus contactos al mínimo de aplicaciones posible, para reducir la dispersión.
- Si te saturas, apaga la cámara. Disminuirá la cantidad de estímulos y relajará tu cerebro.
- Vuelve al teléfono. Transmite únicamente el mensaje verbal y suele tener más calidad técnica, lo que también reduce el esfuerzo atencional. Si es posible, camina mientras hablas (aumenta la creatividad y la concentración y rebaja la ansiedad).
- Trata de estar presente (presencial y virtualmente): pon atención a la conversación sin estar a la vez en otros pensamientos o actividades pendientes.
- Busca el equilibrio. Combina, siempre que sea posible, el contacto virtual con el presencial.