Llega el buen tiempo y empieza la “operación bikini”. Entendemos como algo habitual restringir ciertos alimentos de nuestra dieta con el fin de vernos mejor físicamente pero ¿qué hacemos para vernos mejor mentalmente?
Los pensamientos condicionan las emociones. Según qué tipo de pensamientos tengamos habitualmente en nuestro día a día, nos sentiremos mejor o peor. Los mensajes internos que nos damos nos ayudan a sentirnos confiados y seguros de nosotros mismos o por el contrario limitarnos o inhibirnos.
La dieta mental consiste en tomar conciencia de los pensamientos que entran en nuestra mente y decidir cuáles permitimos y cuáles no. Definir qué pensamientos nos hacen daño y cuáles nos nutren emocionalmente es fundamental para el bienestar psicológico. Para llevar una correcta dieta mental, debemos atender:
- Mensajes que nos damos.
- Recuerdos que tenemos más presentes de nuestro pasado.
- Información que consumimos (redes sociales, TV, etc).
Igual que la dieta alimentaria, la dieta mental es un hábito. Si entrenamos qué pensamientos están “permitidos” y cuáles no a través de la repetición, aprendemos a pensar de manera diferente. ¿Cómo conseguirlo?
- Anota tus pensamientos más habituales. Separa los positivos de los negativos.
- Redefine los negativos, dales la vuelta de manera que te hagan sentir bien.
- Entrénate: Repítete de forma periódica los pensamientos que quieres que estén en tu día a día. Puede servir de ayuda poner alguna alarma a lo largo del día para decirte estos mensajes a ti mismo.