La culpa traumática es la emoción que aparece en una persona tras haber sido víctima de una situación de horror o caos donde se ha sentido completamente indefensa y en la que se ha visto altamente amenazada la propia integridad personal. Un asalto, una agresión física o sexual, un abuso o un accidente grave, son algunos hechos que pueden producirla, pero también puede darse tras una pérdida traumática como el fallecimiento de un ser querido o un divorcio.
Este tipo de culpa es paradójica en sí misma puesto que es la víctima, que es quien ha recibido y sufrido el trauma, quien se atribuye la responsabilidad de lo ocurrido.
El trauma genera un shock y un gran desajuste psicológico, por lo que la vivencia se fragmenta en partes inconexas que a menudo la víctima no puede hilar de forma ordenada y congruente debido al desconcierto, y que a su vez crea un yo desfragmentado. Se instaura una gran desconfianza hacia los demás e inseguridad con uno mismo, fundamentalmente debido a la falta de control que ha creado el acontecimiento.
Toda esa gran vulnerabilidad que ocasiona el trauma, la persona la extrapola del interior al exterior y se empieza a ver el mundo como un lugar altamente amenazante o peligroso. Esto conduce al aislamiento como una forma de protección. La víctima se repliega sobre sí misma y tiende a repetir mentalmente una y otra vez todo lo que ha ocurrido como una forma de entender lo que pasó y encontrarle un sentido. Esta rumiación hace que la persona fantasee con conjeturas o posibilidades sobre cómo podría haber evitado o limitado el daño: se plantea a quién no hizo caso, qué podría haber hecho diferente, qué debería no haber hecho, qué carencias o problemas en su propia forma de ser la han llevado a sufrir el trauma, etc.
La persona también fantasea con cosas que escapan a su control o se atribuye responsabilidades en hechos completamente fortuitos. Es un intento de hacer racional lo irracional, un intento de hacer lógico lo ilógico, debido a la falta de control que genera el trauma y a la ruptura que supone con el mundo previsible y estructurado que tenía previamente.
Algunas teorías psicológicas también entienden la culpa traumática como una manera inconsciente de la víctima de convertirse en sujeto y no en objeto, es decir, si siento emociones (aunque sean negativas) entonces soy humana y no un objeto, tal y como me ha hecho sentir el perpetrador.
La culpa traumática es esencial trabajarla en psicoterapia. Algunas líneas para posibilitar la recuperación son: darle voz al sufrimiento en vez de silenciarlo, reordenar y reprocesar la información fracturada por el trauma, ajustar creencias, dar sentido al sufrimiento y transformar la culpa por responsabilidad, ya que la culpa te instala en la pasividad mientras que la responsabilidad en tu parte activa. Los hechos fueron culpa del perpetrador (o del azar en el caso de accidente), pero es mi responsabilidad como víctima reconciliarme conmigo mismo y recomponerme emocionalmente para poder reconducir mi vida.