La autocompasión es un término dentro de la psicología y el desarrollo personal que está ganando fuerza recientemente en el repertorio de capacidades personales, situándose incluso por encima de la autoestima o la empatía. Cada vez son más las investigaciones que la asocian al crecimiento personal y al rendimiento.
Aunque la sociedad occidental la está empezando a adoptar como capacidad recientemente, lo cierto es que proviene de tradiciones filosóficas y espirituales orientales milenarias. En nuestro contexto cultural se ha entendido tradicionalmente la autocompasión como un sentimiento peyorativo, asociándose a tener lástima por uno mismo, o a la baja autoestima, cuando justamente tiene el efecto opuesto. Según estudios recientes ser menos críticos y comprensivos con nosotros mismos nos ayuda a tener una perspectiva más realista de las situaciones, ya que el “auto-machaque” suele sesgar la manera en que entendemos la realidad, atendiendo fundamentalmente los estímulos negativos.
También las personas más autocompasivas se recuperan antes y mejor de las dificultades o fracasos. Así, la autocompasión está particularmente indicada para las personalidades más perfeccionistas, haciéndolas más flexibles y eficaces, puesto que se tiende a suavizar la valoración y crítica constante.
Las personas que desarrollan autocompasión no sólo son más cariñosos y amables consigo mismas, sino también con los demás. Entienden los fracasos como una parte más de la experiencia humana y como un facilitador de desarrollo. No en vano se dice que un error sólo es un error si se comete dos veces, si se comente sólo una, es aprendizaje.
La autocompasión aumenta la resiliencia psicológica y esto también tiene un efecto en la salud física. Según un informe reciente, las personas con alta autocompasión tienen menos probabilidad de reportar dolencias como dolor de cabeza, dolor de espalda, nauseas o problemas respiratorios, ya que gestionan mejor el estrés. También tienen estilos de vida más saludables, ya que forman parte del autocuidado: cuidan la alimentación, practican meditación, hobbies y hacen ejercicio físico de manera regular.
La autocompasión no es algo con lo que se nace, se hace. Como todas las habilidades, se puede aprender y entrenar, y nunca es tarde para empezar a desarrollarla.