La adaptación hedónica es ese estado de insatisfacción o vacío al que se llega después de haber conseguido algo que se había deseado algo con mucha intensidad. Tras un periodo breve de gozo, se pierde el interés, decae el estado de ánimo y se pone foco en el siguiente objetivo a conseguir. “Cuando tenga pareja seré feliz. Consigo pareja y al poco tiempo empiezo a pensar: seré feliz cuando tengamos una casa propia. Cuando la tenemos: seré feliz cuando consiga un ascenso en el trabajo” y así ad infinitum. Así pues, la adaptación hedónica es el proceso en el que se desvanecen los efectos de la felicidad de manera recurrente tras la consecución del objetivo.
Una persona puede tener muchas desgracias y estar bien anímicamente, y otra puede tener un contratiempo menor y hundirse. Por tanto, la felicidad no tiene que ver con las cosas que nos pasan, sino con la interpretación que hacemos de lo que nos pasa, nuestra actitud y los recursos psicológicos que tenemos a nuestra disposición.
Un concepto clave para entender la adaptación hedónica es el hecho de que cada persona tiene un “punto fijo de felicidad”, que sería una especie de nivel donde nuestro estado de ánimo tiende a estabilizarse de forma natural. Para algunas personas es más alto y para otras más bajo. Cuando conseguimos un logro importante, subimos nuestro nivel de felicidad por encima del punto fijo de felicidad, y por eso, al poco tiempo descendemos hasta nuestro nivel habitual.
Según este punto fijo de felicidad, también puede haber adaptación hedónica negativa, es decir, que tras ocurrir ciertos acontecimientos negativos o situaciones adversas, que están por debajo de nuestro nivel de felicidad, podemos sentir una tristeza acusada, pero después, sin hacer nada en particular, subir nuestro estado de ánimo al punto fijo de felicidad, estabilizándonos de nuevo ahí.
Así pues, la adaptación hedónica es una manera de regular nuestro estado de ánimo de manera espontánea. No es ni bueno ni malo, tiene que ver con la estabilización y la adaptación. El problema es: ¿qué pasa cuando el punto fijo de una persona está demasiado bajo de forma natural? ¿Se puede hacer algo por modificarlo y subir ese nivel de estabilización? Rotundamente sí, y esto es un trabajo habitual en psicoterapia. Entrenar nuevos recursos psicológicos, estrategias de afrontamiento más efectivas, trabajar la autoestima, potenciar el autoconocimiento, redefinir nuestro pasado, etc. son algunas de las acciones que necesitamos realizar para que nuestro punto fijo de felicidad suba de nivel y podamos estabilizarnos de manera recurrente en un nivel superior de bienestar emocional.