“Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia”.
M. Proust
No existe una vida sin adversidades, por tanto, tampoco existe una vida sin heridas. El cómo percibamos y manejemos esas heridas hará que nuestra vida sea un infierno o un lugar habitable con posibilidades de crecimiento.
La cerámica, como el ser humano, es frágil y fuerte a la vez. Ambos pueden aguantar peso y circunstancias varias durante mucho tiempo, pero también pueden romperse en un momento dado. Sin embargo, y por encima de todo, también tienen la capacidad de recomponerse si se cuenta con los elementos adecuados. El kintsugies una metáfora que nos habla del arte de la reconstitución.
¿Qué es?
Kintsugi (金継ぎ, en japonés, “juntura de oro”), también conocido como Kintsukuroi (金繕い, “zurcido con oro”) es una técnicaoriginaria de Japón desde el siglo XV, que consiste en reparar un objeto roto, normalmente de cerámica o porcelana, embelleciendo las fisuras con oro. Es considerado un arte, ya que sigue un proceso concienzudamente largo y preciso de muchas fases que da como resultado una pieza con un valor superior al del objeto original. Un buen kintsugi puede necesitar hasta un año para terminarse, y está tan valorado que en ocasiones se rompen adrede jarrones o cuencos muy preciados para posteriormente reconstruirlos.
Así pues, el kintsugi es una analogía de la resiliencia y la recomposición emocional tras un hecho traumático. No sólo no esconde las cicatrices, sino que las exhibe y embellece con oro, dando lugar a una nueva existencia, más valiosa puesto que es el resultado de un proceso de recomposición personal. Es una analogía también del proceso de cambio en la construcción de la identidad y del valor de la imperfección.
Las heridas
Trauma (τραῦμα)significa herida en griego antiguo. En el mundo físico, para que haya un trauma es necesario que haya un golpe (p.ej. te caes y te rompes la pierna). En cambio, en el mundo psicológico para que haya un trauma tiene que haber dos golpes. El primero es el acontecimiento traumático (p.ej. te agreden) y el segundo es el que encaja la representación del acontecimiento traumático y que provoca una emoción (vergüenza, humillación, sentirse abandonado…). Para recuperarse del primer golpe es necesario que el cuerpo y la mente cicatricen lentamente, integrando el hecho. Para atenuar el segundo golpe hay que cambiar la percepción o interpretación de lo que ha ocurrido, para así entender la desgracia desde un punto de vista diferente y poder a la vez explicarla desde otros parámetros.
De esta manera, la adversidad puede interpretarse de maneras diferentes. Puede ser la causante de todos nuestros males o un reto a gestionar, es cuestión de perspectiva. Las cosas no son como son, sino como crees que son. Según cómo las enfoques podrás manejar lo que te ha pasado de una forma o de otra. En palabras del escritor Aldous Huxley: “la realidad no es lo que nos sucede, sino lo que hacemos con lo que nos sucede”.
Es importante distinguir entre trauma simple y trauma complejo. El primero está asociado a un acontecimiento traumático aislado. El trauma complejo, en cambio, es consecuencia del maltrato y la negligencia tempranos, graves y prolongados en el tiempo, y generará patología grave que requerirá ayuda psicoterapéutica especializada.
Fases
El kintsugi, en paralelo con la integración del trauma emocional sigue unas fases:
- Rotura: Es el momento de experimentar el sufrimiento, recoge los “pedazos”, acepta lo que ha ocurrido, toma decisiones de qué partes elegir, y visualiza futuros resultados.
- Ensamblaje: Prepara los ingredientes necesarios para la recomposición, reordena los trozos, pégalos de nuevo.
- Espera: deja tiempo para que la cola respire y se adhiera, aguanta el nuevo ensamblaje con a ayuda de unas gomas que le ayuden a solidificarse y fortalecerse, limpia los instrumentos que has utilizado para usarlos en el futuro.
- Reparación: comprueba que estén bien lisas las cicatrices, pule los restos que sobren, aplica las bases que requerirás para que el oro pueda adherirse, concéntrate en el proceso minuciosamente.
- Revelación: esparce polvo de oro sobre las cicatrices, protégelo, personaliza el trabajo, haz que resplandezca.
- Sublimación: Observa el producto de tu esfuerzo, admíralo, contémplalo, siente y toca todo lo que ha cambiazo la pieza, asume la imperfección y valórala, exponla.
En otras palabras: el proceso emocional parte del embotamiento afectivo y la confusión inicial del trauma, se van reordenando hechos y emociones, y se reinterpreta la herida hasta culminar en cicatrización.
¿Qué ayuda en el proceso de cicatrización?
Todo está siempre en proceso de cambio, lo único inmutable es el cambio. Un pasado infeliz no determina toda la vida. Por tanto, es fundamental tener una actitud constructiva (no negativa) y hacerse preguntas que ayuden en la reconstrucción. ¿Cómo y por qué reaccioné como reaccioné?, ¿qué consecuencias tuvo la adversidad?, ¿y mi actitud y forma de entender? ¿qué ideas tengo sobre cómo tiene que ser la vida?, ¿qué puedo ajustar?, ¿qué aprendizajes puedo sacar? etc.
No te aísles. Tener a alguien significativo que te acompañe en estas preguntas y otras, así como en los silencios, es el mejor predictor de resiliencia. Funciona como validación directa: mereces ser “reparado” y esto genera seguridad personal.
No huyas del problema. Traslada la atención a tu futuro, pero centrándote en tu día a día. Cambia lo cambiable y acepta lo incambiable. Cuida tus diálogos internos. Mímate, ¿por qué no?
Herramientas de alta utilidad son también el humor (que no ironía) y sobre todo la creatividad (literatura, teatro, artes plásticas, danza…). Transformar el sufrimiento en belleza y en significado.