“Veneno. Sustancia que actualmente predomina en el aire, el agua, la tierra y el alma”.
Eduardo Galeano
Pocos conceptos dentro de la psicología divulgativa se ha extendido más que el de “persona tóxica”. Y es que el concepto, al igual que la toxicidad entre las personas, se expande como el universo. ¿Quién no ha conocido a alguien que pudiera colocar dentro de esta etiqueta? Que tire la primera piedra.
¿Quiénes son?
Existen muchos tipos de personas que podrían considerarse tóxicas. Grosso modo, podríamos decir que tóxico es cualquier rasgo o comportamiento que es perjudicial para uno mismo o para quienes lo rodean. Suele referirse a personas que no han evolucionado emocionalmente, es decir, personas inseguras, egoístas y con poca autonomía personal. Tienden a relacionarse de forma absorbente, agotando, estresando y/o deprimiendo a su víctima.
Según el grado de cercanía con la persona tóxica, la relación será más o menos nociva. Los padres y las parejas tóxicas suenen ser más difíciles de gestionar debido al alto grado de vinculación, aunque también pueden ser duras las relaciones tóxicas con amigos o compañeros de trabajo que no podemos eludir.
Por otro lado, es importante tener en cuenta que todas las personas tenemos a veces rasgos perjudiciales (p.ej. ser demasiado impulsivos en las discusiones, buscar atención permanente, o culpar a otros de cosas que no les corresponden), por tanto, todos podemos llegar a ser personas tóxicas durante etapas concretas o serlo para algunas personas en particular. No es que la persona sea tóxica en sí, más bien es que su comportamiento es tóxico o su relación con otra persona es tóxica.
Señales de toxicidad
No todas las señales de toxicidad se detectan de forma evidente (p.ej., la violencia física). A menudo suelen haber formas sutiles que pueden pasar más desapercibidas. Existen dos maneras de detectar la toxicidad en el otro: o bien identificando señales en la otra persona (cómo definimos al otro) o descodificando las emociones que nos suscita, siempre asfixiantes (cómo nos sentimos con el otro). Así pues:
Entre los primeros (cómo lo definimos):
- Se queja todo el tiempo.
- Hiperreacciona a pequeños estímulos.
- Alta negatividad.
- Todo es dramático.
- Impone las normas de la relación.
- Desatiende otros criterios o valores diferentes a los suyos.
Entre los segundos (cómo nos sentimos):
- Agota tu energía u optimismo.
- Te cuesta expresar tu punto de vista.
- Te hace sentir culpable o avergonzado.
- Sientes que tus esfuerzos nunca son suficientes para animarlo.
- Temes estar cerca de él/ella o sientes que tienes que ir con pies de plomo.
- Te sientes obligado a cuidarlo, atenderle o protegerle.
- Te sientes controlado.
Tipos
Existen muchas clasificaciones diferentes que definen tipos de personas tóxicas. Sin pretender ser exhaustiva, algunos tipos clásicos serían:
- El victimista: Siempre se está quejando. La culpa de todo lo que le pasa la tienen los demás, nunca se responsabiliza de sí mismo y chantajea emocionalmente.
- El agresivo verbal: Intenta debilitar a su víctima a través del miedo, humillándola y dañando su autoestima.
- El manipulador: Engaña para conseguir sus propósitos.
- El envidioso: No aguanta los éxitos de los demás, por lo que se dedica a resaltar sus fracasos. Propaga rumores y critica constantemente.
- El narcisista: Se cree tan perfecto que no soporta que le contradigan. Alecciona, descalifica y menosprecia a los demás. Es orgulloso y soberbio.
- El controlador: dice a los demás cómo tienen que actuar y da órdenes permanentemente.
- El juez: critica a los demás y se cierra en su propio discurso.
¿Qué hacer?
Estar atrapado en una relación tóxica puede dar lugar a consecuencias graves a nivel psicológico: estrés, ansiedad, depresión, falta de autoestima, fobias, problemas somáticos, etc.
Alejarse de las personas tóxicas es la opción más fácil y efectiva, pero no siempre es posible. ¿Qué podemos hacer entonces?
- No puedes cambiar el comportamiento del otro, pero sí puedes cambiar el tuyo.
- Analiza, concreta y describe las partes tóxicas de la persona. Será la primera parte para poder gestionarlas.
- Pon contexto. Piensa que detrás de las conductas tóxicas hay una falta de desarrollo emocional: miedos, frustraciones, carencias, vivencias traumáticas…
- Establece límites. Ni esos limites no pueden ser físicos (p.ej. verse una vez a la semana), siempre puedes negar el acceso a tu intimidad y dejar de dar importancia a su comportamiento, no entrar en el juego.
- La asertividad es tu arma principal. Utiliza fórmulas simples y directas para hacerte entender: “Cuando haces / dices _____, siento _____. Lo que necesito es _______. Comparto estos sentimientos y necesidades contigo porque_______ (te amo, quiero trabajar como verdaderos compañeros, etc.) «.
- No te enrosques en sus peticiones: Aprende a desconectar cuando empiece a quejarse, encontrar fallos o consumir tu energía.
- Cuídate a ti mismo, mímate, protégete.
- Cuando la relación tóxica está muy avanzada, la víctima puede tener problemas para identificar los comportamientos abusivos, ya que puede a llegar a entender que es la forma normal de relacionarse o incluso que los merece. Si la situación te sobrepasa, busca la ayuda de un psicoterapeuta.