Trabajar siempre se ha considerado una conducta social valorada que dice sobre la responsabilidad y la dignidad de la persona. No es hasta hace poco que en exceso se empieza también a considerar un trastorno grave, con importantes consecuencias físicas y psicológicas. Las personas muy trabajadoras, a diferencia de las adictas, disfrutan del trabajo, son altamente productivas pero también reequilibran su tiempo dedicándoselo a familia, amigos o aficiones. El adicto al trabajo (también denominado workaholic) expresa síntomas similares a otras adicciones: negación del problema, distorsiones cognitivas de la realidad, necesidad de control, tolerancia creciente y síntomas de abstinencia en los períodos vacacionales. Lo que está en juego es en último término la propia autoestima. Se estima que el 5% de la población podría serlo, aunque en profesiones liberales (médicos, psicólogos, abogados…), la cifra puede llegar hasta el 23%.
Según Porter y Robinson, las principales señales de alarma en relación con la dependencia del trabajo son:
- Prisa constante y ocupación multitarea continua y rechazo de actividades no directamente productivas.
- Necesidad de control. Planear y organizar excesiva y rígidamente. No suelen delegar actividades a otras personas.
- Perfeccionismo. Alta exigencia debido al miedo al fracaso. Intolerancia ante el error.
- Dificultades en las relaciones personales.
- «Embriaguez» de trabajo. Se alternan etapas de sobreimplicación en el trabajo -como si fuera una borrachera- con otras de reducción drástica del nivel de actividad -como la resaca tras una borrachera-.
- Incapacidad para relajarse y divertirse. El ocio se entiende como pérdida de tiempo.
- Pérdidas parciales de memoria debido al agotamiento y de la atención multitarea.
- Impaciencia e irritabilidad.
- Baja autoestima. Necesitan obtener logros para aumentar su sentimiento de valía personal.
- Desatención a la salud. Problemas físicos mantenidos (obesidad, abuso de alcohol, tabaquismo, hipertensión, etc.), y falta de pautas saludables (desconectar, dormir horas suficientes, chequeos médicos periódicos…).