En psicología denominamos eritrofobia al miedo a sonrojarse o ruborizarse. Si bien todas las personas en un momento u otro nos hemos puesto rojas debido a alguna situación embarazosa, y no le hemos dado mayor importancia, para las personas con eritrofobia, ponerse rojo es algo muy negativo, signo de vulnerabilidad y que hay que evitar a toda costa.
Sonrojarse es una respuesta fisiológica normal. No sólo se da por situaciones relacionadas con vergüenza, pudor, timidez o miedo a hacer el ridículo. También pueden producir rubor emociones como la ira o la excitación.
La eritrofobia es más frecuente en personas con trastornos ansiosos, particularmente fobia social. Suele darse más en mujeres que en hombres. El rubor es independiente del color de piel.
¿Por qué se produce?
Nuestra piel está compuesta por vasos sanguíneos y terminaciones nerviosas. Cuando sentimos las emociones comentadas de vergüenza, ira, etc. estos vasos se dilatan debido a que aumenta nuestra frecuencia cardíaca. Nos sonrojamos porque hay más sangre en la piel en ese momento.
La causa del problema es la evitación. La persona no acepta ruborizarse, así que intenta a toda costa eludir esta manifestación fisiológica. Sin embargo, el rubor tiene un funcionamiento paradójico, ya que cuanto más pretendemos que no nos pase, más nos pasa, creando así un círculo vicioso. El temor y el miedo no hacen sino disparar aún más esta sensación.
Romper el círculo vicioso
- Recuerda, el rubor tiene un funcionamiento paradójico: De la misma manera que cuanto más lo evitas más lo propicias, cuanto más lo intentas producir, menos lo conseguirás. ¡Trata de ponerte rojo voluntariamente!
- Dale un nuevo significado al rubor: entiéndelo de forma neutral (como algo natural, sin más) o incluso añádele un significado positivo. Según Peter J. de Jong, de la Universidad de Groninga (Holanda) el rubor podría ser una característica positiva para los demás. Tras una situación conflictiva, percibimos más empáticamente a quien se pone rojo, inspira más confianza. Puede generar conductas más conciliadoras o incluso considerarse atractivo en ciertas situaciones.
- Analiza las creencias que activan tu rubor. ¿Qué deberías ajustar en tu manera de entender ciertas situaciones? ¿Qué te genera inseguridad?
- Exponte de manera progresiva a las situaciones que te generen rubor. Ves ganando confianza paulatinamente, nada de “terapias de shock”.
- Refuerza tu autoestima.
- Practica técnicas de relajación y respiración que puedas desplegar en momentos concretos.