A pesar de ser menos conocido que su opuesto (el síndrome postvacacional), el síndrome prevacacional también existe en muchos trabajadores. Algunos estudios lo cifran en alrededor del 30% de los trabajadores, pero posiblemente esta cifra sea superior debido a los efectos de la pandemia.
Se caracteriza por un malestar físico y mental que aparece antes de las vacaciones. Algunos de los síntomas principales son:
- Dificultad para concentrarse.
- Ansiedad.
- Insomnio.
- Falta de apetito.
- Pensamientos negativos repetitivos.
- Agotamiento.
- Sobrecarga emocional.
- Irascibilidad.
- Somatizaciones (dolor de cabeza, de estómago…).
- Falta de motivación.
Suele ocurrir en personas altamente exigentes consigo mismas, que se atormentan por no dejarlo todo perfectamente situado. También lo encontramos en las personalidades más inseguras, que temen dejar algo mal y no poderse ocupar después, con posibles repercusiones sobre sus compañeros o en su percepción de autovalía.
¿Cómo tratarlo?
- Entiende estos síntomas como algo temporal, asociados a las circunstancias.
- Planifica tu trabajo y crea objetivos realistas. Prioriza lo más urgente e importante y decide qué es posible aplazar.
- No alargues indefinidamente tu jornada laboral.
- Diferencia entre ser responsable y ser perfeccionista/autoexigente. Sé flexible.
- No anticipes los peores escenarios de todo lo que puede ocurrir.
- Delega a personas de confianza.
- Crea un plan de “emergencia”. Informa a tus compañeros dónde recurrir si necesitan datos importantes o define en qué situaciones es imprescindible que contacten contigo.
- Los mails automáticos “fuera de la oficina” también son de utilidad.