Las máscaras más pesadas son las que sólo uno mismo se pone.
La famosa frase de Sócrates “sólo sé que no se nada” se ha ido trasladando a lo largo de la historia. Tom Hanks, Michele Obama, Neil Amstrong, Kate Winslet… Son muchas las personas que han reconocido haber tenido el síndrome del impostor. ¿Qué pasa cuando tener éxito es un problema?
¿Qué es?
El síndrome del impostor, también llamado síndrome del fraude,fue definido por primera vez en 1978 por PaulineClarence. Es un fenómeno psicológico en el que la persona siente que no es responsable ni merece los logros conseguidos y teme ser descubierta por los demás: que vean que no es tan brillante como parece. Duda de sus habilidades o cree que están injustificadamente sobreestimadas por los demás. Atribuye los éxitos al azar, al estar en el lugar correcto en el sitio adecuado o a que ha engañado a los demás. Se siente un farsante. Lo paradójico es que normalmente son personas altamente exitosas. De hecho, cuanto más en la cima se está, mayor es la altura que se teme caer.
Este fenómeno tiene que mucho ver con el perfeccionismo, que está relacionado con el miedo al fracaso y la inseguridad. Ser autoexigente puede ser beneficioso y saludable (nos lleva a esforzarnos, explorar, crear nuevas opciones…) pero en exceso se convierte en un problema ya que, como sabemos, la perfección no existe.Suelen ser personas que se sobrecargan de trabajo para mejorar constantemente, y nada de lo que consiguen les parece suficiente, por lo que terminan agotados. No creen en las alabanzas de los demás porque piensan que no son ciertas realmente.
El 70% de las personas reconoce haber sufrido este cuadro en algún momento de su vida. Es más común en mujeres.
¿Cómo se origina?
En la base de estos sentimientos, se asienta la creencia comúnmente aceptada de que las cosas sólo se ganan con esfuerzo. El bienestar emocional se entiende como un premio al sacrificio.
También porque nos comparamos constantemente: con los demás, con lo que debería ser, con lo que fui en mi época más gloriosa… Estamos inmersos en la asfixiante cultura de la superación, siempre más y mejor en todo o no eres nadie. Se convierte en tiranía en el momento en que perdemos la referencia de cuándo hemos conseguido nuestro objetivo, ya que siempre hay algo más. Por otro lado, el modelo con el que nos comparamos no deja de ser una construcción personal (cómo nosotros lo vemos, no cómo “objetivamente” es), por lo que también podemos ajustar nuestras percepciones. No hay ningún humano divino.
Otras causas contextuales que influyen:
- Dinámicas durante la infancia. Comparación entre hermanos, padres más exitosos que hijos…
- Estereotipos sexuales. Tradicionalmente la mujer siente que tiene que demostrar que merece su lugar. También influye la presión social de ser madre y exitosa profesionalmente.
- Diferencias salariales: Tanto ganas, tanto vales.
¿Cómo afecta?
- Auto-boicot: Abandonan o procrastinan sus objetivos por miedo a no lograrlos, por tanto, crean sin querer aquello que temen (profecía que se auto-cumple).
- O el polo contrario: trabajan hasta la extenuación, lo que les corrobora su sensación de incapacidad (si fuera más inteligente no tendría que trabajar tanto).
- Miedo a promocionar porque piensan que no darán la talla.
- Miedo a pedir ayuda, ya que lo perciben como una debilidad.
- Evitan demostrar lo que valen.
- Pánico al error. No se percibe el error como una forma de aprender, sino algo que hay que esconder.
- Estrés por sobrecarga, insomnio, pensamientos obsesivos…
¿Cómo manejarlo?
- Visualiza tu vida sin este problema ¿qué sería diferente?
- Ajusta tus expectativas.
- Toma conciencia de tu diálogo interno. Anota todos los mensajes dé tu parte crítica y redefínelos: ¿es esto cierto? ¿por qué? ¿tengo pruebas que lo avalen? ¿cómo puedo darle la vuelta?
- Deja de lado la validación externa y refuerza la interna. Haz una lista de tus fortalezas y recuérdalas para aplacar tu voz crítica.
- Detecta también tus carencias y crea un plan de acción gradual para conseguir objetivos. Toma el control de tu proceso de avance. Exponte a tus miedos. No postergues.
- Prémiate cuando vayas cumpliendo pequeños objetivos.
- Cualquier comparación es un absurdo: ni los demás son ideales ni tu lo serás tampoco. Relativiza, abandona el pensamiento dicotómico (blanco-negro).
- Toma las críticas constructivamente, no como una invalidación.
- Recuerda: Un error sólo es un error cuando se comete dos veces. Cuando se comete una es aprendizaje.
- Busca dentro de lo posible la excelencia, pero huye del perfeccionismo.
- La próxima vez que te elogien, simplemente di “gracias”, sin justificaciones.
- La meditación y mindfulness pueden “re-amueblar” tus pensamientos.
- Ayuda a compañeros junior, puede darte información de lo que sabes y mejora el ambiente laboral.
- Haz una carta de despedida a tu crítico interno: despídelo y agradece los servicios prestados.
Pronóstico
El síndrome del impostor puede sufrirse en una fase vital concreta, asociado a una situación nueva laboral o un reto prometedor, y termina desapareciendo con la experiencia y el tiempo. Sin embargo, si se mantiene a medio o largo plazo y la persona no puede manejarlo por sí misma, puede ser de utilidad consultar con un psicoterapeuta.