Para muchas personas el domingo es un día particularmente difícil. Si bien debería ser entendido como una jornada para descansar o disfrutar del ocio, para muchos se convierte en un día más duro incluso que el lunes. Muchos lugares están cerrados y el ritmo se ralentiza.
Empieza después de comer y a lo largo de la tarde van aumentando toda una serie de síntomas y emociones negativas que llegan al punto álgido a la hora de ir a dormir: tristeza, apatía, ansiedad, anticipación de las dificultades que puede haber durante la semana laboral, preocupación por el exceso de trabajo, sensación de vacío… que terminan quitando el sueño y haciendo que se inicie la semana en un estado de agotamiento. Este conjunto de síntomas se denomina “síndrome del domingo”, y fue abordado por primera vez por la Larina Kase.
La causa principal según Kase es la insatisfacción laboral, tanto a nivel global como en algún aspecto particular (dificultades no resueltas, problema de relación con algún compañero o superior, sobrecarga, etc).
El síndrome del domingo no sólo ocurre en población activa a nivel laboral. También puede ocurrir en jubilados, estudiantes o parados. Estamos inmersos en una cultura de la actividad permanente y si ésta decrece, no sabemos qué hacer sin hacer nada.
¿Cómo enfocarlo?
- Organiza el viernes por la tarde todo lo que tenga que ver con el lunes.
- Aumenta tu nivel de actividad el domingo. Planifica eventos sociales y retoma tus hobbies.
- Cierra el día con actividades relajantes y de desconexión: una película, un baño caliente, etc.
- Encuentra momentos placenteros también durante la semana. Recuerda que todos los días deben ser vividos, no sólo 2 de 7.
- Resuelve aspectos concretos que estén mal enfocados en tu trabajo.