Denominamos sentimiento de inadecuación a la sensación de estar fuera de lugar. Es una vivencia universal, ya que ocurre a todos los seres humanos en algún momento y nace de la necesidad de pertenencia social. Necesitamos a los demás para poder vincularnos y así desarrollarnos. Esta es la base de la teoría del apego.
El sentimiento de inadecuación puede ser entendido como una fase normal dentro del proceso de adaptación. Cuando llegamos a un nuevo grupo, por ejemplo, al empezar en un nuevo empleo, necesitamos un tiempo para resituarnos en los nuevos parámetros y los nuevos compañeros. La función que tiene esta emoción de inadecuación es movilizarnos a hacer cambios (en nosotros mismos, en nuestra perspectiva, en nuestra forma de manejarnos…) para así adaptarnos. Aprender a adaptarnos a diferentes contextos hace que aumentemos en flexibilidad y nos convierte en personas más competentes a nivel emocional y social.
Sin embargo, si no conseguimos adaptarnos después de un tiempo, el sentimiento de inadecuación puede dar lugar a otras emociones como tristeza, rabia, vergüenza, frustración, inseguridad, etc. En casos extremos aislamiento y depresión.
¿Cómo manejarlo?
- Potencia tu sentimiento de legitimidad, es decir, el sentimiento de que lo que uno es, siente, piensa, hace o dice merece consideración y respeto, que puedes ser quien eres y que eso está bien.
- Evita evitar: Trata de hacer frente a las situaciones que te generan incomodidad, cuanto más las evites, más difíciles se harán y aumentará tu sentimiento de ineficacia.
- Detecta los patrones que se repiten que te hacen sentir mal y dales la vuelta, haz cambios en tu forma de proceder.
- Apuntala otras áreas importantes de tu vida que sí funcionan para afianzar tu seguridad personal.
- Date tiempo: No somos máquinas, reduce tu autocrítica y autoexigencia y permite que se vayan recolocando los cambios poco a poco, no somos máquinas.