Según la Sociedad Australiana de Psicología (APS, en inglés), “el cambio climático está teniendo un impacto real en nuestra salud mental”. Cada vez hay más pacientes que consultan por preocupaciones, depresión, ansiedad y estrés relacionados con el impacto negativo que está sufriendo el medio ambiente e incertidumbre hacia el futuro. Esta demanda no sólo aparece en adultos, también los niños manifiestan emociones similares. Cuanto más conscientes seamos de la amenaza del cambio climático, más cosas podremos hacer para intentar frenarlo, pero a la vez más probabilidades hay de que active sintomatología ansiosa-depresiva.
Por ello, la APS ha creado una serie de recomendaciones para gestionar estas dificultades. Algunas de ellas serán:
- Emprender acciones ecologistas y mantener hábitos saludables ayuda a manejar la angustia.
- No estar al día de todas las noticias sobre el cambio climático: desconectar también a veces.
- Compartir inquietudes con otras personas y fomentar el tiempo en comunidad: otros también pueden sentirse así (“humanidad compartida”).
- Cambiar pensamientos catastróficos o de desesperación por otros más realistas.
- Evitar autoinculparse con lo que “debería hacer”contantemente. Pensar también en objetivos a corto y largo plazo, viendo el cambio como algo progresivo.
- No sólo actuar, también reflexionar: leer, escribir, conversar…
- Fomentar la esperanza y actitudes positivas.
- Aprender autorregulación emocional para posibilitar la recuperación psicológica: estar más conectados con el propio cuerpo, reconocer y aceptar los altibajos cíclicos, poner nombre a las emociones y validarlas, etc.