El 2020 registró en España la mayor tasa de suicidios de su historia. Se quitaron la vida un total de 3.941 personas, lo que equivale a casi 11 fallecimientos al día. A pesar de que el suicidio es hoy la primer causa de muerte no natural, sigue siendo un tema tabú socialmente, por lo que hablamos de una epidemia invisible. Visibilizarla y desmontar falsas creencias es la primera forma de combatirla.
Veamos algunos de los principales falsos mitos asociados al suicidio:
- “El que se quiere matar lo hace, no lo dice”. Esta creencia es peligrosa porque lleva a la inacción. 9 de cada 10 personas que se suicidan expresan su intención previamente.
- “Los que intentan el suicidio y no lo consiguen, no quieren hacerlo realmente, es una llamada de atención”. Es peligroso porque genera rechazo hacia la persona que sufre y bloquea la ayuda.
- “Si realmente quisiera matarse hubiera utilizado un método infalible”. Todo suicida se encuentra en una situación ambivalente entre vivir y morir. El método utilizado sólo está determinado por cuestiones socio-culturales.
- “Quien se recupera de una crisis suicida está en peligro toda su vida”. Esta creencia genera estigma y rechazo. Entre el 1% y el 2% de los que intentan el suicidio, lo logran durante el primer año después del intento y entre el 10 al 20% lo consumarán en el resto de sus vidas. Una crisis suicida dura horas, días, raramente semanas, por lo que es importante reconocerla para tratarla.
- “Todo el que se suicida es un enfermo mental”. Aunque quien tiene un trastorno mental tiene más probabilidades de suicidarse, no todas las personas que se suicidan tienen un trastorno mental.
- “El suicidio se hereda”. Hoy por hoy no existen estudios que avalen el determinismo genético. Lo que se hereda es la predisposición a padecer una enfermedad mental, pero dependerá de múltiples factores ambientales que esta enfermedad finalmente se desarrolle y en el caso concreto, termine en suicidio.
- “Ha sido muy valiente/un cobarde”. Algo tan complejo no puede reducirse a un solo adjetivo. Si lo entendemos como valentía podemos convertirlo en un modelo a seguir y si lo entendemos como cobardía, culpabilizamos al fallecido y reducimos nuestra capacidad de comprensión. Un suicida es una persona desesperada que no ha encontrado otra manera para dejar de sufrir.
- “El suicida desea morir”. El suicida tiene sentimientos ambivalentes: no quiere morir, quiere dejar de sufrir. Es importante poder hablarlo para encontrar otras alternativas al sufrimiento que no sea la muerte.
- “Hablar de suicido puede precipitarlo”. Es justo al revés: hablar de ello es la única manera de analizar los propósitos autodestructivos y re-encauzarlos.
- “El suicidio es un acto impulsivo, no puede prevenirse”. Toda persona antes de suicidarse muestra una serie de síntomas denominados “síndrome presuicidal” (constricción de sentimientos e intelecto, inhibición de agresividad hacia los demás redireccionándolo a uno miso, fantasías suicidas…). Es fundamental trabajar la prevención, aunque no siempre sea posible evitarlo.
- “Hablar de suicidio en los medios de comunicación provoca el efecto contagio”. Silenciar el suicidio impide buscar soluciones. Tratarlo de manera rigurosa alienta a las personas a buscar ayuda.