Según la teoría de la comunicación humana, es imposible no comunicar, ya que incluso un silencio puede decir mucho en un momento dado. Así pues, ya que estamos programados para comunicar, ¿cómo podemos hacerlo de forma efectiva?
Ventajas de una buena comunicación
La comunicación la acción y el efecto de transmitir ideas, pensamientos o sentimientos de una persona a otra. Las familias con una comunicación abierta y frecuente tienen un mayor grado de satisfacción ya que:
- Son más capaces de resolver problemas y de tomar decisiones.
- Tienen menos estrés.
- Más seguridad personal y la autoestima.
- Extrapolan las relaciones respetuosas y de calidad, también a personas fuera de la familia, lo que les hace más eficaces a nivel social.
- Regulan mejor la impulsividad y las vivencias negativas, ya que son más hábiles en inteligencia emocional.
Los 4 estilos de comunicación
La comunicación se puede definir en cuanto a dos dimensiones: Una es “clara vs enmascarada”, según facilidad o dificultad para entender los mensajes entre los miembros de la familia, y la otra “directa vs indirecta” que define si con quien se habla es o no la persona a la que se destina el mensaje. Esto da lugar a cuatro estilos de comunicación:
- Comunicación clara y directa: Es el estilo más saludable de comunicación. El mensaje se expresa de manera clara y directa al familiar apropiado. P.ej. cuando un padre le dice a su hijo “estoy molesto porque nos has recogido la mesa, tal y como acordamos”.
- Comunicación clara e indirecta: El mensaje está claro pero no está dirigido al destinatario. P.ej. “Me molesta que no se cumplan las tareas asignadas”.
- Comunicación enmascarada y directa: El contenido no está claro pero se dirige al miembro apropiado de la familia. Ej. “Hijo, nadie se compromete con nada”.
- Comunicación enmascarada e indirecta: Cuando el mensaje y el destinatario no son claros. Es un estilo propio de relaciones poco saludables. “Los jóvenes de hoy en día son unos vagos”.
Existen dos tipos de comunicación:
- Instrumental: Es la información objetiva que permite cumplir las funciones familiares. P.ej. decirle a un niño que se tiene que lavar los dientes después de comer.
- Afectiva: Es la forma en que cada miembro de la familia comparte las emociones con los demás.
Algunas familias pueden funcionar bien en una pero no en la otra. Las familias funcionales se comunican bien en ambos tipos.
Principales errores
Tal y como dice el proverbio chino: “para enderezar un palo antes hay que saber torcerlo”, por tanto, es importante conocer qué no facilita la comunicación para evitar dificultades:
En relación a pensamientos:
- Sobregeneralizar (siempre, nunca, nada…).
- Pensar que la opinión propia es la única válida (sobre todo en relaciones padres-hijos muy jerarquizadas).
- Anticipar el resultado (p.ej. “voy a decirte algo, pero no va a servir para nada”).
- Pensar que el otro no lleva razón antes de que se explique.
- Pensar desde el pasado. Como el pasado no se puede cambiar es necesario pensar cómo solucionar el conflicto actual.
En relación a conductas:
- Descalificaciones o infravaloraciones.
- Uso del “deberías…”.
- Repetición inflexible de las mismas argumentaciones (imposibilita los acuerdos).
- La crítica constante y reproche.
- Irse por las ramas y no hablar de lo importante.
- Escaladas de poder (a ver quién la dice más gorda).
- Interrupciones, gritos, gestos o miradas agresivas…
- Falta de contacto visual.
En relación a hábitos:
- Silencio cuando algo nos molesta (acumula ira y explota en otra circunstancia menor de la peor manera).
- Perder normas básicas de cortesía (gracias, por favor, discúlpame…).
- Hablar las cosas en caliente.
- Usar etiquetas (“el vago de la familia”).
¿Cómo promoverla?
- Elige el lugar y el momento adecuado para conversar.
- Practica la escucha activa: interésate, presta atención a los mensajes verbales y no verbales, ponte en el lugar del otro, trasmite que entiendes lo que te están contando (asintiendo, parafraseando, pidiendo más información…) y devuelve un feedback amable.
- Haz críticas constructivas:
- Critica conductas, no formas de ser (son más fáciles de cambiar).
- Habla desde el “yo siento” en vez de “tú eres” (ej. “me siento ignorado cuando no me saludas” en vez de “eres un maleducado”).
- Respeta que otros puedan sentir o ver las cosas diferente.
- Atiende tanto la información verbal como la no verbal.
- Muestra una actitud flexible. Reconoce tus errores y elimina sentimientos improductivos de culpabilidad.
- Aprovecha el tiempo para lo importante, evita generar problemas por nimiedades.
- Ofrece alternativas.
- Cuida el tono: no sólo es importante lo que se dice sino también cómo se dice.
- Pregunta más que ordena: “baja la basura” vs. “¿puedes bajar la basura?”.
- Dedica tiempo a la conversación. También date tiempo para sacar conclusiones.
- La importancia de los acuerdos: “lo que se dice se cumple”.
- Actualiza el calendario de agravios: Busca soluciones a los problemas actuales, sin mezclar con cosas del pasado.
- Recuerda: La naturaleza de una relación se define por cómo se ordenan los actos comunicativos: según que parte de la realidad atendamos y cómo la organicemos, sacaremos unas conclusiones u otras.