Tradicionalmente, la forma de tener un hijo era que un hombre y una mujer se casaran y procrearan. Hoy no, o al menos, no solamente.
Las sociedades avanzan, y con ellas, las formas de vida, por lo que las formas de parentalidad también se han tenido que adaptar. A partir del desarrollo de la ciencia, apareció la reproducción asistida, para casos en los que la adopción o la acogida no eran una posibilidad. Apareció también la maternidad subrogada (o como se denomina coloquialmente, los vientres de alquiler), que es legal con más o menos restricciones en algunos países pero que, en cualquier caso, no está exenta de cuestionamientos éticos y controversia social. Se hacía necesario algo más.
Y apareció la coparentalidad.
¿Qué es?
Coparentalidad significa que dos personas que nunca han sido pareja, se juntan con el único propósito de tener y criar un hijo en común. Los futuros padres se ponen de acuerdo de antemano en el rol que cada uno tendrá en la educación del bebé.
Lo innovador de este modelo reproductivo es que por primera vez se separa la relación romántica de la concepción y de la crianza.
¿Quién?
Cualquier persona puede ser copadre, independientemente de la orientación sexual, el estado civil, el estatus social, etc. No obstante, algunos de los casos más habituales son:
- Parejas heterosexuales en las que el varón tiene problemas de fertilidad.
- Personas solas o parejas que no pueden acceder o no están de acuerdo con otros métodos (reproducción asistida, maternidad subrogada, adopción, etc.) por motivos económicos, médicos, éticos, de tiempo, etc.
- Personas solteras que quieren ser padre/madre y se les acaba la edad fértil o no encuentran/ no quieren pareja o no tienen tiempo.
- Mujeres que no quieren ser madre solas.
- Relaciones poliamorosas.
- Parejas homosexuales que desean tener un hijo y buscan a un tercero para hacerlo posible.
Si bien es cierto que sólo hay un donante de semen y una mujer genitora, la coparentalidad puede implicar a más de dos personas, como en el último de los casos anteriores.
¿Cómo?
En muchos países no está permitida la donación de esperma no-anónima. En España, por ejemplo, una inseminación artificial sólo puede provenir del esperma del marido (o pareja “oficial”) o de un banco de esperma.
La coparentalidad permite que los dos futuros padres definan sus relaciones con el futuro niño. Esto incluye desde simplemente conocer al niño tras el nacimiento sin más compromisos familiares, hasta la custodia compartida a todos los efectos.
Los futuros padres pueden conocerse de antemano o conocerse a través de una plataforma de coparentalidad de internet. La tecnología y las redes sociales han ido ampliando su utilidad de forma progresiva. Del mismo modo que actualmente es habitual iniciar una relación de pareja o hacer una compra a través de la red, también existe la opción de buscar un partenaire para ser padre/madre.
Según el estado legal del país o la preferencia de los padres básicamente hay tres vías para la concepción:
- Inseminación artificial: Se hace en un centro homologado de reproducción asistida bajo control médico.
- Inseminación casera: A partir de un kit doméstico de inseminación (básicamente introduciendo con una jeringa el esperma del futuro padre durante el periodo de ovulación de la mujer). Es una alternativa natural, económica, y que no está regida por un marco legal, aunque el porcentaje de éxito es bajo, alrededor de un 15%.
- Relación sexual.
¿Cómo hacer que funcione?
Es importante remarcar que un niño tiene las mismas posibilidades de ser feliz y mentalmente sano tanto si es criado en un modelo de familia tradicional como coparental. Lo más importante no es si los padres tienen o no una relación romántica sino que se creen los criterios para que el niño evolucione favorablemente. Cuanto mejor definidos estén los derechos y las responsabilidades antes del nacimiento, más se reducirán los problemas posteriores. Algunas recomendaciones para los copadres:
- Convertiros en un equipo, donde se priorice siempre el bienestar del niño, dándole siempre cariño, seguridad, predictibilidad en su día a día y cubriendo sus necesidades.
- Potenciad la comunicación, no solamente manteniéndoos al corriente de lo que pasa en el día a día, sino también pasando tiempo juntos con el niño (en fiestas, días señalados, etc.) e incluso sin él (fomentando vuestra amistad).
- Intentad llegar a acuerdos para que las pautas educativas sean lo más homogéneas posible en una casa y en otra.
- Organizad y registrad los gastos y las visitas para que no hayan equívocos o malos entendidos.
- Trabajad la empatía y sed flexibles.
- Si aparecen problemas, no los aplacéis, intentad resolverlos cuanto antes. Y si no lo conseguís, buscad ayuda en un psicoterapeuta familiar o en un coordinador de parentalidad. Éste último es una figura que se está implementando recientemente en nuestro país para resolver los problemas específicos en la parentalidad, ayudando a resolver disputas, ofreciendo psicoeducación respecto a las necesidades de los hijos e incluso tomando decisiones en base a las resoluciones judiciales.