Nadie envejece por vivir; sólo por perder interés en vivir.
Marie Beynon Ray
Actualmente, casi un 19% de la población española tiene más de 65 años (un 6% son octogenarios). Según datos de Naciones Unidas, España es uno de los países más envejecidos del mundo, y se estima que en 2050, un 35% de la población será mayor de 65 años.
Estos datos reflejan un importante avance sanitario y tecnológico que tiene diversas implicaciones sociales. Se hace necesario promover recursos para evitar patologías asociadas a la edad y a la vez promover habilidades y capacidades.
Si cada vez vivimos más años, entonces debemos prepararnos para ser longevos.
¿Envejecer bien?
El 20% de las personas de más de 60 años sufren algún tipo de trastorno mental o neurológico. La depresión y las demencias son los más habituales. Promover un estado de salud mental óptimo puede mejorar la calidad de vida de las personas de este segmento de edad.
Se considera un envejecimiento “con éxito” aquél que implica:
- Baja probabilidad de enfermar y de mostrar incapacidad.
- Capacidades mentales preservadas.
- Buen funcionamiento físico.
- Alto compromiso con la vida.
Cada vez se está poniendo más énfasis en la promoción del llamado “envejecimiento activo”. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo define como el “proceso por el que se optimizan las oportunidades de bienestar físico, social y mental durante toda la vida, con el objetivo de ampliar la esperanza de vida saludable, la productividad y la calidad de vida en la vejez”.
Algunos de los determinantes de envejecimiento activo según la OMS serían: promoción de la salud y prevención de enfermedades, actividad física, alimentación sana, evitar tóxicos (alcohol, tabaco…), factores psicológicos (inteligencia, autoeficacia, capacidad de afrontamiento frente a problemas…), seguridad en el entorno (tener vivienda, ausencia de contaminación…), apoyo socio-familiar, educación y alfabetización, protección social y económica, etc.
Si bien es importante potenciar durante toda la vida las diferentes capacidades biopsicosociales, durante de la vejez se deberían reforzar aún más, para promover la autonomía y el bienestar.
La agilidad mental
Aunque resulte increíble, empezamos a envejecer a partir de los 20 años. Cuanto más mayores nos hacemos, más nos cuesta asimilar y procesar información, ya que las funciones cerebrales van disminuyendo progresivamente. Sin embargo, lo que perdemos en rapidez de procesamiento, lo ganamos en conocimiento y experiencia, por lo que tardamos en notar el declive.
Es fundamental señalar que cueste más o cueste menos, nunca perdemos la capacidad de aprender, por lo que es importante seguir estimulando la actividad mental.
Para entrenar la agilidad mental suelen trabajarse diversas capacidades cognitivas:
- Memoria.
- Atención.
- Percepción.
- Lenguaje.
- Motricidad.
- Razonamiento.
- Resolución de problemas.
- Habilidades de planificación.
- Flexibilidad mental.
- Velocidad de procesamiento de información.
También cabe destacar que se ha demostrado que el ejercicio físico mejora la capacidad mental atenuando el deterioro cognitivo, ya que reduce la degeneración neuronal y puede incluso retrasar enfermedades degenerativas como el Alzheimer o el Parkinson. Por tanto, entrenar el cuerpo también es entrenar la mente.
Tipos de talleres
Múltiples estudios demuestran que ejercitar el cerebro ralentiza el declive del envejecimiento. Una buena manera de ejercitar es introducir novedad y variedad en el día a día. Cuanto más se use la mente para diferentes objetivos más se preservará la capacidad intelectual. De ahí la amplia variedad de áreas que abarcan los programas y talleres destinados a promover la agilidad mental en personas mayores. Veamos algunos ejemplos:
- Talleres de lectura y discusión literaria.
- Cine fórum.
- Tocar un instrumento.
- Informática.
- Meditación, respiración o yoga.
- Videojuegos para mayores.
- Teatro.
- Musicoterapia.
- Creatividad: Pintura, fotografía, etc.
- Club social: scrabble, petanca, cartas, dominó, etc.
- Ejercicio físico: marcha nórdica, tai-chi, qi-gong…
- Ajedrez, sudokus, juegos de lógica…
- Motricidad fina: manualidades, jardinería, costura, cocina, etc.
Los avances tecnológicos también están facilitando las cosas. Existen aplicaciones móviles (tanto para Android como para iOS) para entrenar capacidades cognitivas, por ejemplo: CogniFit, Fit Brains Trainer, NeuroNation, Eidetic, etc.
A parte de todo lo referente a las habilidades cognitivas, existen también otros tipos de talleres relacionados con otras habilidades:
- Habilidades conductuales: Talleres de entrenamiento de rutinas y actividades de la vida diaria, hábitos saludables y estilos de vida.
- Habilidades emocionales: Talleres para el manejo del estrés, pensamiento positivo, adaptación a cambios vitales (jubilación, duelo, cambio de domicilio…) y adaptación a los cambios relacionales (el rol de abuelo, cambios en las relaciones sexuales, problemas de salud, soledad…), etc.
- Habilidades interpersonales: Talleres para el entrenamiento de habilidades sociales (asertividad, habilidades conversacionales, gestión de problemas con familiares o amigos…).
Al margen de las intervenciones realizadas propiamente con personas mayores, vale la pena siempre que sea posible, atendender psicológicamente a la familia. Algunos temas a tratar pueden ser: situaciones difíciles relacionadas con el cuidado de la persona mayor o el enseñar habilidades para hábitos de cuidado o incluso auto-cuidado.