Todas las personas tenemos una parte crítica en nuestro interior, una voz que a través de mensajes más o menos duros, valora o cuestiona las cosas que hacemos. El objetivo es hacernos mejorar, sacar la mejor versión de nosotros mismos. Sin embargo, cuando esta voz interna es demasiado crítica o ralla la crueldad, podemos sentirnos inhibidos y frustrados, lo que finalmente nos puede alejar de la consecución nuestros propios objetivos.
Un forma de compensar esta parte hipercrítica es trabajar la autocompasión. Entrenar la compasión es un trabajo psicoemocional muy extendido en países orientales y también anglosajones, pero en nuestra cultura, la compasión es un término malinterpretado. Habitualmente entendemos por compasión el hecho de sentir lástima o pena por alguien, cuando en realidad es empatizar con el dolor ajeno (o propio) y tratar de hacer algo activamente por compensarlo. Ser cálidos y comprensivos con nosotros mismos nos ayuda a manejar la adversidad.
A menudo, cuando nos planteamos cambios a nivel vital, entramos en conflicto entre lo que queremos hacer y lo que debemos hacer, y siempre gana lo primero puesto que no tenemos en cuenta que la autocompasión fortalece la voluntad.
Cuando la parte crítica se convierte en cruel, dejamos de rendir adecuadamente e incluso podemos abandonar nuestro objetivo por frustración. En cambio, tener un diálogo amable con nosotros mismos (honesto, pero no déspota), abre la puerta al cambio. Nos ayuda a reducir el estrés que genera la situación y a la vez que aumenta nuestra propia motivación para resolverla.
¿Cómo podemos potenciar la autocompasión para poder ser más efectivos?
- Pon atención plena en lo que sientes y lo que te dices a ti mismo justo después de un fracaso. ¿Es excesivamente crítico?
- No ignores tu dolor ni tampoco lo exageres. Utilízalo para sacar conclusiones.
- Recuerda que ante todo eres humano, y el error forma parte de nuestra propia naturaleza.
- Practica la bondad contigo mismo. Apóyate y consuélate como lo harías con otra persona. Las actitudes tiránicas no ayudan para nada.
La compasión implica algo más que juzgarnos a nosotros mismos, es un proceso proactivo de compromiso con el cambio. Los éxitos y los fracasos vienen y van, no dicen nada sobre nuestra propia valía. Simplemente forman parte del proceso de estar vivo. Cómo elijamos vivir, ya es cosa nuestra.