Algunos de los miedos más habituales en la infancia son el miedo a estar solo, a la oscuridad, a las inyecciones o a ir al médico, a los monstruos imaginarios, a los ruidos fuertes, etc. La tendencia habitual de los padres ante estos miedos es intentar tranquilizar a los niños, calmarlos. Sin embargo, este intento de solución hace que el niño se haga dependiente de la ayuda del progenitor y desarrolle pocos mecanismos de autonomía.
El Child MindInstitute ha publicado recientemente un artículo con recomendaciones concretas sobre cómo educar a los niños desde la independencia como una forma de ganar control sobre sus propios temores y así mejorar su autoconfianza y autoestima.
El niño necesita aprender a autorregularse, y esto requiere no sólo tiempo y práctica sino también percibir que el padre o la madre están tranquilos. La mayoría de los miedos infantiles no son una amenaza real, por lo que se convierten en oportunidades para entrenar estas habilidades.
Es fundamental guiar a los niños de forma progresiva, con aproximaciones sucesivas a lo que les asusta. Para ello hay que descomponer el miedo en pequeñas partes e ir avanzando a medida que van cogiendo confianza, siempre validando sus sentimientos, entendiendo que le asuste y normalizándolo (“a muchos niños también les preocupa esto”).
Hay que trazar un plan con metas razonables. Por ejemplo, para entrenar el miedo a dormir solo se pacta con el niño:
- Noche 1: Se leerán dos cuentos, se apagará la luz, se encenderá la luz nocturna y el padre se sentará con el niño (sin hablar ni jugar) hasta que se quede dormido.
- Noche 2: Se leerá un cuento, se apagará la luz y se encenderá la luz nocturna. Se dejará la puerta ajustada y el padre se quedará justo fuera de la habitación.
- Noche 3: Se leerá un cuento, se encenderá la luz nocturna y se cerrará la puerta.
- Noche 4: Se leerá un cuento, se apagarán las luces y se cerrará la puerta.
El refuerzo positivo ante cualquier mínimo avance (“¡has sido muy valiente!”) es fundamental ya hará que tienda a repetir la conducta que pretendemos entrenar.
El Child MindInstitute también señala la importancia de buscar ayuda profesional si lo miedos persisten, son excesivamente intensos o afectan a la vida cotidiana, por ejemplo, con preocupaciones obsesivas, afectando la capacidad de disfrute o causando problemas más graves (ataques de pánico, comportamientos disruptivos, etc).