La revolución tecnológica ha dado lugar a nuevas formas de vida. Una pantalla, de ordenador o de móvil, es un elemento habitual en nuestra sociedad digitalizada. Si bien puede funcionar como puerta a infinidad de recursos, también puede convertirse, según el uso que hagamos, en un muro, un parapeto entre el mundo físico y el digital. Esa distancia que se establece, junto con el anonimato, la inmediatez y la facilidad de acceso, hace que lo que pase tras la pantalla sea percibido como más impersonal, y por tanto hace más fácil de que proliferen diferentes formas de acoso. Si bien el acoso no es un fenómeno nuevo, las Tecnologías de la Información y Conocimiento (TIC), como son internet o las redes sociales, han generado nuevas formas para desarrollarlo.
La adolescencia es una etapa del ciclo vital particularmente vulnerable. La persona está “en construcción” ya que intenta conjugar los valores aprendidos durante la infancia con el desarrollo de nuevas habilidades. Se busca la identidad personal, a partir de la propia autonomía y regulación emocional, lo que implica una actitud exploratoria con el entorno. Esta exploración puede verse dañada por diversas formas de ciberacoso. Veamos algunas de ellos.
Sexting
El término sexting proviene de la unión de las palabras inglesas sex y texting (enviar mensajes de texto). Es la elaboración y envío de fotos, vídeos o mensajes sexuales sobre uno mismo a través de internet o teléfono móvil. Se estima que alrededor del 20% de los menores de 12 a 17 años lo practica. El motivo principal por el que se envían este tipo de mensajes es porque no se percibe como algo arriesgado ni se aprecian las consecuencias negativas que puede tener. También puede normalizarse como un acto más de la relación (“todos lo hacen”) o por miedo a decir que no y que la otra persona se distancie o simplemente como broma o forma de divertirse.
¿Qué hacer?
Es fundamental que los padres dejen a un lado tabúes y se impliquen en transmitir actitudes y conocimientos específicos sobre sexualidad y sobre relaciones, fomentando el respeto y la responsabilidad y minimizando los posibles riesgos. Además:
- No es no. Si alguien te insiste, no está sintiendo respeto por tu criterio. Y si no te respeta, hay más probabilidades de que esta persona difunda lo que le envíes.
- Piénsalo dos veces antes de enviarlo. Una vez se envía, se pierde el control de dónde puede ir a parar esa foto o vídeo, ya que puede aparecer en cualquier lugar o en cualquier momento. Las personas y relaciones pueden cambiar con el tiempo, por lo que una relación muy cercana ahora podría difundir imágenes en el futuro.
- Las imágenes pertenecen a su propietario, no a quien la recibe. Inculcar en los adolescentes no difundir imágenes de otras personas.
- En caso de envío:
- Pedir expresamente de que no se reenvíe el contenido enviado.
- No incluir la cara o rasgos identificativos (lunares, tatuajes, piercings…).
- No incluir geolocalización (vía GPS).
- Borrar imágenes del propio dispositivo para evitar problemas en caso de extravío.
Grooming
Una de las posibles consecuencias del sexting puede ser el grooming. Grooming significa “engatusamiento” en inglés y es el conjunto de estrategias por las que un adulto a través de las TIC involucra a un menor en un proceso de abuso sexual tanto de forma directa (en persona) como indirecta (envío de mensajes o webcam con contenido sexual). Se estima que entre el 2-4% de menores de 13-14 años lo ha sufrido, ascendiendo hasta un 15,4% en adolescentes de 15 años.
El grooming empieza cuando el adulto intenta entablar amistad con la víctima fingiendo ser otro niño o adolescente. Empieza a obtener datos personales e información y va detectando progresivamente sus carencias y puntos débiles. Se establece una relación cada vez más significativa hasta que el menor acaba haciendo lo que el abusador le pide, a partir de diversas tácticas adaptadas las vulnerabilidades de la víctima, como el soborno, la coerción o el hacerle creer que entre ellos hay una auténtica relación afectiva-romántica. Una vez el abusador ha conseguido material pornográfico, chantajea al menor para que le envíe más material o para propiciar un encuentro físico.
¿Qué hacer?
A parte de las recomendaciones ya expuestas para el sexting, es importante:
- Apoyar al menor, mostrarle afecto, escucharlo sin juzgarlo ni culpabilizarlo.
- Guardar pruebas.
- Proteger al menor: Denunciar los hechos a la policía, al Juzgado de Guardia o a la Fiscalía de Menores, así como avisar a la escuela por si pudiera haber otros menores involucrados.
Ciberbullying
Consiste en utilizar las TIC para ejercer un acoso psicológico entre iguales. Existen diversas formas de acosar: Insultos electrónicos, hostigamiento, denigración, suplantación de la identidad, sonsacamiento de información privada para después difundirla, exclusión de una red social, ciberpersecución y happy slapping (grabación de una agresión física y posterior difusión en red). El acoso puede haberse iniciado presencialmente antes o aparecer sin más a nivel virtual, desconociéndose tanto el acosador como los motivos.
El ciberbullying, a diferencia del bullying, tiene algunas particularidades que lo hacen particularmente dañino:
- Ocurre en cualquier parte y en cualquier momento, no hay donde esconderse.
- El público es mucho más amplio: cualquiera que se conecte.
- Anonimato de los acosadores.
- Durabilidad en el tiempo. Si no se elimina la información, puede permanecer años en internet.
- Inmediatez de la difusión.
¿Qué hacer?
- Pide ayuda a un adulto.
- No respondas a las provocaciones ni hagas presunciones.
- Evita las redes donde eres asediado hasta que se clarifiquen las cosas.
- Revisa la protección y privacidad de tu dispositivo. Información sobre ti es poder para tu acosador.
- Guarda pruebas.
- Informa a tu acosador que está incurriendo en un delito, que tienes pruebas y solicita explícitamente que deje de hacerlo o tomarás medidas.
- Da parte al centro educativo, en caso de que se sepas quién es el acosador, para que se pueda aplicar el Reglamento de Régimen Interno establecido.
- Toma medidas legales si la situación persiste. Denuncia.
¿Y los adultos?
Los adultos tampoco están exentos del de acoso digital, también llamado cyberstalking. Incluye muchos tipos de comportamiento como: difamar información, vigilar, amenazar, suplantar identidades, dañar el equipo de la víctima, usar la información robada para chantajear, enviar mensajes acusatorios o vejatorios, etc. Entre los más habituales encontramos:
- Sextorsión: Amenazar con distribuir imágenes con contenido sexual de la víctima obtenidas a través de sexting u otros medios (como el robo digital).
- Networkmobbing: uso de redes sociales, sitios web o blogs para difamar o acosar a personas en el ámbito laboral.
- Ciberviolencia de género: Uso de las TIC como una forma más de atentar contra la víctima.
¿Otra dimensión?
Avanzar tecnológicamente también implica avanzar en el modo que usamos las redes. La prevención es indispensable, pero también hay que actuar en consecuencia cuando se traspasan los límites legales. Tan real es lo que hay a un lado como a otro de la pantalla, solo que con formatos distintos.