La campaña de vacunación del COVID está generando mucho debate a nivel social. Sin embargo, poco se habla de lo que supone para muchas personas el miedo a las agujas. ¿Cómo puede condicionar una fobia la salud física?
¿Qué es la belonefobia?
La belonefobia es un subtipo de fobia específica que se caracteriza por un miedo intenso, irracional y persistente a las agujas, y que genera conductas de evitación ante de situación de recibir una inyección. Suele confundirse con la hematofobia o miedo a la sangre (aunque la sangre puede producirse de otras maneras, no únicamente con un pinchazo), y de hecho el tratamiento es muy similar.
La belonefobia forma parte de un tipo de fobia más global que se llama aicnofobia o tripanofobia, que se refiere al miedo a los objetos punzantes o afilados de todos los tipos, que pueden pichar o taladrar.
Síntomas
La sintomatología que caracteriza la belonefobia, se manifiesta en tres planos diferentes:
- Físico: Sudores fríos, temblores, sensación de falta de aire, mareo, sudoración, taquicardia, desmayo…
- Cognitivo: Interpretación de síntomas somáticos como peligrosos, pensamientos irracionales, confusión, falta de concentración…
- Conductual: Conductas de evitación y de escape.
Es importante tener en cuenta que este tipo de fobia está muy marcado por la ansiedad anticipatoria, que es la que bloquea que se lleve a cabo la conducta temida (la inyección en sí). Sólo pensar en una inyección, puede generar sintomatología en los casos más graves.
¿Quién la sufre?
Es una de las fobias más habituales, alrededor de un 12% de la población la padece. Es común en los niños, pero también en los adultos.
Lo que la convierte en una fobia potencialmente dañina es que puede hacer que se eviten acciones preventivas para la salud como analíticas, diversas pruebas de detección de enfermedades o vacunas.
De forma paralela también puede afectar a la concepción. Muchas mujeres que evitan tener un embarazo es debido al miedo que suponen diversas pruebas médicas que implican agujas.
También puede hacer que se evite el dentista y en los casos más graves, donde la fobia se va ampliando, puede haber miedo a entrar en cualquier centro médico, incluso como acompañante de un enfermo.
¿Qué la hace diferente?
Es una de las fobias menos estudiadas, a pesar de que tiene ciertas características que la hacen particular.
Normalmente las fobias nos programan para huir de la situación temida, aumentando la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la frecuencia respiratoria y creando vasoconstricción de los vasos periféricos, lo que nos prepara fisiológicamente para correr.
En la belonefobia, en cambio hay una disminución de la circulación sanguínea y de la frecuencia cardíaca, y una dilatación de los vasos sanguíneos, lo que en los casos más graves lleva al desmayo (también llamado síncope vasovagal), ya que no llega suficiente sangre al cerebro.
¿Causas?
- Por condicionamiento clásico o aprendizaje asociativo. Si una vez has tenido una mala experiencia con las agujas, puedes tender a temer que vuelva a repetirse.
- Por condicionamiento vicario o aprendizaje por observación. Si ves el sufrimiento de alguien relacionado con las agujas, puedes tender a incorporar ese miedo en primera persona.
- Por componente hereditario. El mecanismo de sobrecompensación fisiológica puede transmitirse de una generación a otra.
¿Cómo tratarla?
- Aprende a manejar la ansiedad anticipatoria que comienza sólo al imaginar la aguja. Reajusta las cadenas de pensamientos: lo que te asusta no es la aguja en sí (es un objeto), sino los pensamientos que has asociado a ella (p.ej. “me voy a desmayar”). De la misma manera que has asociado un tipo de pensamientos ansiosos, también puedes reentrenar y aprender a asociarlos con estímulos neutros.
- Conoce los mecanismos fisiológicos por los que se producen los desmayos y qué aumenta su probabilidad (p.ej. hambre, calor, cambio súbito de posición, estar de pie mucho tiempo, etc).
- Entrena tu miedo en la imaginación: Imagina situaciones temidas mientras practicas técnicas de respiración hasta reducir la ansiedad. Ves aumentando en intensidad, empieza por miedos menos potentes (p.ej. estar en la sala de espera) y aumenta hasta el momento más temido (p.ej. cuando notas el frío de la aguja en la piel).
- Enriquece las técnicas de imaginación con otros estímulos sensoriales, se trata de evocar de la forma más realista posible las sensaciones de la situación temida, p.ej. olor a alcohol, presión de una goma alrededor del brazo, notar el frío con otros objetos metálicos que no sean una aguja…
- Exponte al miedo de manera progresiva: Una vez hayas trabajado el miedo en tu imaginación y ya no te resulte amenazante, empieza a en practicar situaciones “en vivo”. P.ej. estar en una sala de espera real, acompañar a alguien a donar sangre, etc.
- Si el miedo te resulta incontrolable, consulta a un psicoterapeuta.