Dedicamos cantidades ingentes de recursos para conocer el espacio, el fondo de los océanos, el origen de las especies, aunque probablemente, uno de los mayores desconocidos sigue siendo nuestro interior: ¿Quiénes somos nosotros mismos? ¿Nos conocemos realmente?
¿Qué es el autoconcepto?
El autoconcepto es la idea o imagen que tenemos de nosotros mismos, un conjunto de características de personalidad, afectivas, físicas, estéticas, ideológicas o espirituales que atribuimos al Yo, que son un reflejo de cómo nos percibimos o nos entendemos. Está influido por nuestra forma de entender el mundo, los roles que desempeñamos y nuestros objetivos vitales.
Denominamos “constructos” a las características que conforman el autoconcepto. A medida que maduramos, estas autopercepciones se hacen cada vez más específicas, organizadas y concretas y crean asociaciones entre sí. P.ej. “las personas guapas suelen ser antipáticas”.
Uno de los factores fundamentales que inciden en nuestro autoconcepto es la influencia de los demás. Construimos nuestra propia imagen en función de los grupos a los que pertenecemos o incluso a cómo creemos que nos ven los demás (familia, comunidad, etnia, clase social, etc.).
¿Qué función tiene?
El concepto que tenemos de nosotros mismos y de nuestro mundo funciona como una especie de mapa para guiarnos en nuestra realidad y hacer nuestro entorno conocido y previsible. Esta previsibilidad hace que nos sintamos ubicados y en equilibrio en nuestro día a día y nos permite inferir qué hacer en diferentes situaciones y cómo entender a los demás.
Características principales
- El autoconcepto está formado por constructos o categorías que tienen un significado personal. Los constructos son un continuo entre dos polos, p.ej. simpático-antipático. No son categorías dicotómicas o blanco/negro; se puede ser un poco, bastante, muy simpático o un poco, bastante, muy antipático, con toda una gama de grises intermedia.
- Los constructos se van perfilando y diferenciando con el tiempo, a medida que la persona evoluciona a través de la experiencia.
- La experiencia va transformando el autoconcepto a través de las influencias sociales y el aprendizaje, a partir del éxito o fracaso obtenido de las vivencias (ensayo-error).
- Los constructos están organizados jerárquicamente de los más generales a los más específicos, igual que catalogamos otros conceptos externos como la categoría “animal” (genérica), se puede ir desgranando a “mamífero”, “perro” y más concretamente “bulldog francés” (específica).
- Es relativamente estable, aunque puede ir cambiando con el tiempo. Cuanto más general es la categoría, más estable es.
- Existen constructos más importantes o nucleares que otros. Los menos significativos para la persona serán más fáciles de cambiar y los más nucleares serán más estables o resistentes al cambio.
¿Es lo mismo que la autoestima?
Existe una diferencia importante entre autoconcepto y autoestima. El autoconcepto tiene un significado descriptivo y cognitivo (es la forma de autopercibirse), mientras que la autoestima tiene un significado valorativo y emocional, es decir, habla de cómo nos sentimos con nuestra propia competencia y valía personal.
La persona no sólo tiene como referencia su autoconcepto, también tiene una imagen de lo que debería ser su yo ideal, o autoconcepto ideal. Cuando nuestro autoconcepto dista mucho del concepto de yo ideal, entonces aparecen los déficits en la autoestima.
Muy frecuentemente aparecen divergencias entre los constructos, partes que rechinan o que son incompatibles dentro de nuestro autoconcepto. Llamamos a estas divergencias “dilemas”. Cuanto más nucleares o significativos son lo constructos disonantes, más se afecta la autoestima.
¿Cómo mejorarlo?
Tal y como hemos comentado, el autoconcepto puede evolucionar. Indaga qué aspectos concretos de tu autoconcepto ideal pueden ser alcanzables y realistas, y crea estrategias para poder acercarte progresivamente a ellos.
- Cámbia hábitos.
- Cambia creencias.
- Experimenta nuevas formas de hacer y analiza posibles consecuencias.
- Presta atención a las cosas que te dices a ti mismo.
- Recuerda que el autoconcepto no es una realidad objetiva. Los demás pueden vernos de maneras muy diferentes. Explora criterios ajenos.
Un ejercicio práctico: La ventana de Johari
Una herramienta interesante utilizada en psicología para trabajar el autoconcepto es la ventana de Johari. Está compuesta por cuatro cuadrantes, según dos puntos de vista (yo o los otros) y desde dos enfoques (emisor y receptor). Las 4 áreas a analizar son:
- Área pública: Lo que yo conozco de mí y los demás conocen de mí.
- Área oculta: Lo que yo conozco de mí y los demás no conocen.
- Área ciega: Lo que los demás conocen de mí y yo no conozco.
- Área desconocida: Lo que ni yo ni los demás conocemos sobre mí.
Haz una lista de 10 características que te definan, y pide a familiares y amigos que también la hagan sobre el concepto que tienen sobre ti. A partir de ahí ubica la información en los diferentes cuadrantes. ¿Qué descubres en el proceso?