Según un reciente estudio del Hospital Vall d’Hebron y el CIBERSAM, una cuarta parte de los menores que acuden a urgencias psiquiátricas es debido a autolesiones. La cifra de estos casos ha ido en aumento en los últimos años y hay quien incluso la cataloga de “moda”, sustentada por el eco de algunas series o programas de televisión, que crean una especie de contagio social. Según este estudio el perfil más habitual son chicas con una edad media de 15 años, frecuentemente sin patología psiquiátrica de base.
Entendemos por autolesión la violencia autoinflingida adrede sin una intención suicida consciente. Los cortes en los brazos o piernas (“cutting”) suele ser la forma más habitual, pero también son los golpes autoinflingidos, la sobreingesta de medicamentos, u otras formas de daño.
Las autolesiones son el lenguaje del dolor, aunque frecuentemente se entienden en el entorno de la persona como llamadas de atención. Entender los motivos es fundamental para poder abordar la autolesión. Los principales son:
- Sentir “alivio” (por la liberación de endorfinas).
- Para evidenciar el sufrimiento psicológico hacia el exterior.
- Pedir ayuda de manera indirecta.
- Para sentir que el dolor emocional se sitúa en el cuerpo, que tiene una entidad.
- Para sentir que no están soñando, que están vivos o son reales, y salir así de un estado de disociación.
- Como forma de purificación o de limpieza (todo lo malo se va con la sangre).
- Como castigo hacia uno mismo.
- Como castigo para otros.
El tratamiento de las autolesiones requiere de ayuda terapéutica. Algunas líneas fundamentales del tratamento son:
- Entender el patrón de las autolesiones: cuándo, dónde, cómo, por qué, con qué y para qué.
- Identificar los estados emocionales que aparecen antes y después de cada episodio.
- Aprender a verbalizar estados emocionales negativos para prevenir las posibles autolesiones.
- Abordar los activadores del sufrimiento psicológico y crear nuevas estrategias de afontamiento.
- Establecer planes alternativos a la autolesión.