Según la OMS, más de 260 millones de personas en todo el mundo sufren trastornos de ansiedad. Sin embargo, existen muchas más personas que no están incluidas en esta cifra que también sufren ansiedad, pero de una manera diferente, que no encaja exactamente en ninguna categoría específica de los diversos trastornos ansiosos tipificados en los manuales psiquiátricos, como el trastorno por ataque de pánico, la agorafobia, la ansiedad generalizada, etc.
Normalmente las personas que sufren este tipo de problemática, conviven con la ansiedad sin buscar ayuda, continuando con sus vidas y ocupándose de sus responsabilidades diarias, pero sufriendo igualmente el alto desgaste de la ansiedad. Es lo que denominamos ansiedad de alta funcionalidad. Es una realidad que existe pero que está silenciada en la sociedad.
La ansiedad no siempre incapacita para continuar con el día a día, pero esto no significa que no debamos atenderla. Algunos de los síntomas que pueden reflejar esta problemática son:
- Irritabilidad.
- Agotamiento.
- Insomnio.
- Pensamientos rumiativos.
- Cambios de humor.
- Dolores de cabeza, problemas gastrointestinales u otras somatizaciones.
- Sensación de aceleración, no poder parar.
- Insatisfacción general.
- Incapacidad para desconectar.
Las personas con ansiedad alta funcionalidad suelen tener un perfil de alta autoexigencia, suelen ser muy productivas y estructuradas y a la vez son incapaces de decir “no”, lo que les lleva a saturarse al intentar llegar a todo.
La ansiedad de alta funcionalidad es difícil de detectar justamente porque no se produce una ruptura en la cotidianidad. Sin embargo, el hecho de que no sea incapacitante no significa que no haya que atenderla. De hecho, es importante poder tratarla a tiempo para evitar que la sintomatología se amplíe y se acabe convirtiendo en un trastorno más grave. Si este es tu caso, consulta con una psicoterapeuta.