“Medio mundo se muere de hambre,
y el otro medio se muere por adelgazar”
Graffiti anónimo
Podríamos considerar la anorexia como la crónica de una desaparición. Es como si la pequeñez que atribuyen a su propia valía quienes la sufren, estuviera representada metafóricamente a nivel corporal, haciéndose cada vez más y más pequeñas externamente (más delgadas) y también internamente (más vulnerables, más enfermas), hasta en muchos casos literalmente desaparecer. Estudios recientes indican que hasta un 20% de las personas anoréxicas mueren, tanto por consecuencias físicas de la problemática como por suicidio.
Aunque no es un diagnóstico nuevo (ya algunas místicas como Santa Catalina de Siena llegaron a padecer anorexia en la Edad Media), en el mundo occidental actual está tomando una dimensión casi de epidemia. Un 6% de las chicas de 12 a 24 años sufren algún trastorno de la conducta alimentaria (anorexia, bulimia, trastorno por atracón, etc.) y el 11% está en alto riesgo de sufrirlo. Hasta un 3% de las españolas sufren anorexia nerviosa.
¿Qué es?
La anorexia nerviosa (AN) es un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) que se caracteriza por un miedo intenso a ganar peso, así como por la preocupación excesiva por la silueta y por la comida. Existe una pérdida importante de peso debida a una restricción en la ingesta, a un ejercicio físico excesivo y en algunos casos a conductas purgativas como se verán más adelante. No obstante, la persona es incapaz de percibir su propia delgadez, incluso en situaciones de grave desnutrición que pone en peligro incluso la propia vida. Otros síntomas asociados al diagnóstico serían tristeza, ansiedad, obsesiones y rituales, irritabilidad, ideas de muerte, etc. Tiene un gran impacto negativo en la vida familiar, social, laboral, académico y emocional.
Es importante señalar que este tipo de trastorno no puede considerarse producto de la vanidad. La restricción de la comida se utiliza para afrontar las dificultades emocionales y existenciales. Buscan a través de la apariencia el mínimo de seguridad necesario para hacer frente a su vida. Sienten que el único punto donde tienen control es en lo referente a la comida y el peso, donde focalizan completamente su atención.
La AN ha aumentado alarmantemente en edades cada vez más precoces (entre los 12 y los 14 años). El tratamiento tiene que adaptarse a los desafíos que representa el salir de la etapa infantil y ajustarse a la adolescencia, como serían los cambios corporales, el inicio de la madurez sexual, el desarrollo de la autonomía, la necesidad de autoconocimiento, el cambio en los referentes priorizando al grupo de iguales, etc.
¿Características básicas?
Algunas características y tendencias de las personas con AN serían:
- Perfeccionismo y rigidez (no sólo en relación al cuerpo sino en cualquier objetivo).
- Tenacidad y autodisciplina.
- Falta de autoestima: autocrítica y negatividad.
- Tendencia al aislamiento social.
- Haber sido una niña ejemplar en la infancia: Complacer a los demás eliminando sus propias necesidades.
- Falta de asertividad.
- Dificultad para expresar emociones.
¿Tipos?
Básicamente:
- Anorexia restrictiva. Limitan la comida sin purgas. El ejercicio físico puede convertirse en una obsesión que no sólo sirve para quemar calorías sino también como evasión o alivio para contrarrestar tensión psíquica.
- Anorexia purgativa. Utilizan métodos para contrarrestar sus supuestos excesos alimentarios: vómitos autoprovocados, uso de laxantes y diuréticos, edemas y productos adelgazantes.
¿Y ellos?
A pesar de que el sexo femenino es el más afectado por la AN, el 10% de los casos son varones. Las características de la patología son muy similares en ambos sexos, sin embargo, muchos hombres generan el trastorno opuesto, llamado “anorexia inversa o vigorexia” en el que se intenta ganar peso para conseguir sentirse física y psicológicamente fuertes y tener un aspecto corpulento. Para ello toman preparados vitamínicos, esteroides, diuréticos, insulina, etc. Esta forma de anorexia puede dar lugar a enfermedades cardiovasculares, lesiones hepáticas, disfunciones eréctiles, atrofia testicular y cáncer de próstata.
¿Causas?
La AN no aparece de la nada en una vida plena y emocionalmente estable. Suele ocurrir tras una situación estresante, especialmente en el inicio de la pubertad.
Puede originarse por crecer en el seno de una familia donde se negaba cualquier emoción negativa o conflicto, o se abusaba del alcohol. También por haber sido víctima de abusos físicos, emocionales o sexuales. El paciente puede haber sido asimismo el “gordito/a” de la clase y haber sufrido las burlas de los compañeros por ese motivo.
¿Complicaciones físicas?
- Perdida del ciclo menstrual (por infrapeso) y problemas de fertilidad (incluso posible en periodos de recuperación).
- Cambios hormonales.
- Piel seca. Pelo y uñas quebradizos.
- Reducción del pulso y la temperatura (intolerancia al frío. Puede aparecer lanugo (vello que protege el cuerpo y lo previene de la pérdida de calor).
- Estreñimiento crónico y diarreas.
- Problemas cardíacos.
- Osteoporosis.
- Problemas renales y hepáticos.
- Fatiga.
- Insomnio.
- Ansiedad y depresión: elevado riesgo de suicidio.
¿Cómo detectarla?
- Se saltan comida, ponen excusas para no comer o limitan su dieta a ciertos alimentos (los menos grasos y calóricos).
- Cambia la forma de comer y se llena de obsesiones y rituales: se corta la comida en trozos muy pequeños esparciéndolos por el plato, se pesan los alimentos, se lavan, se saca la grasa con una servilleta…
- Se ponen muchas capas de ropa para ocultar el cuerpo.
- Elaboran comidas para los demás que después no prueban.
- Callos en los nudillos o dientes desgastados si hay vómito autoprovocado.
¿Cómo se trata?
Es importante que el tratamiento sea integrador y abarque diferentes perspectivas: biológica, neurocognitiva, emocional, familiar y relacional. Para ello es necesario que se trate desde un equipo multidisciplinar donde colaboren profesionales de disciplinas diversas como la psicología, endocrinología, psiquiatría, nutrición, enfermería educadora, educación física, etc.
Es importante remarcar que el tratamiento de la anorexia juvenil, a diferencia del de la anorexia adulta, requiere que la familia se involucre en el proceso. Sólo así podría plantearse una cura efectiva.
Entre los objetivos del tratamiento encontraríamos:
- Cuidar la salud del paciente y tratar complicaciones físicas derivadas.
- Proporcionar pautas alimentarias saludables para toda la familia y regular el ejercicio físico adecuado para las necesidades físicas.
- Facilitar recursos emocionales para eliminar las conductas purgativas.
- Disminuir la distorsión de la imagen corporal.
- Reconocer y abordar los diferentes miedos.
- Potenciar la capacidad de autoconciencia y diferenciación entre el cuerpo, lo mental, lo emocional y lo racional.
- Reforzar la autoestima y el sentido de identidad.
- Estimular la socialización.
- Favorecer la maduración personal: toma de decisiones y responsabilidades, asertividad, recursos de afrontamiento y solución de problemas, flexibilidad, etc.
¿Dónde?
Según la gravedad del trastorno el tratamiento puede ser ambulatorio (p.ej. en asociaciones o con un psicoterapeuta especializado), en un centro de día, o incluso puede requerir ingreso hospitalario (p.ej. si hay muy bajo peso, desequilibrio electrolítico, rotura de esófago, etc.).
¿Cómo prevenirla?
La mejor prevención pasa por la educación familiar. Es importante que no se tire comida, ya que es en la opulencia donde se crea la anorexia, de forma que si sobra algo, se coma al día siguiente. Se deben servir cantidades razonables (ni mucho ni poco), para que no se deje comida en el plato. Hay que mostrar que la comida es valiosa, al igual que el tiempo en que la familia come junta, intentando promover la cercanía y el diálogo.
Posibilitar canales de comunicación abierta dentro de la familia y poder ir solucionando las dificultades que vayan apareciendo son también elementos necesarios a tener muy en consideración. Ir más allá de la imagen, no centrarse únicamente en lo externo sino dar valor a características personales más profundas, a quién somos realmente y hasta dónde podemos llegar, son premisas básicas para mantener lejos los trastornos alimentarios.